El mundo, la vida misma, se mueve entre dudas y certezas que devienen no sólo de las inseguridades sino de las mismas sentencias que parecen firmes. Esta elemental visión que atraviesa el universo y que surge de la cotidianeidad sin sesudas reflexiones sociológicas, impregna también la extensión. Concebida como teoría e incapaz de alcanzar visibilidad si no es por la práctica, esta criatura surgida del seno universitario ya pasó, puede decirse, la etapa de la adolescencia.
Ha ingresado en una madurez propia de este crecimiento furioso –como señal de rebeldía- y de cuestionamientos permanentes. Es que de otra forma no puede concebirse esta función nacida bajo el ala del compromiso y la armonía –compleja, problemática, creativa al fin- con la sociedad.
Con estos parámetros acciona una revista como Masquedós, nacida en 2016 desde la Secretaría de Extensión de la Universidad Nacional del Centro, con la pretensión de discutir entre pares y comunidades universitarias en general el rol de la Institución ante los nuevos desafíos.
Esta idea de cambio permanente y de preguntas que se renuevan es lo que empuja básicamente a este segundo número. Masquedós, valga la redundancia, aspira a ser más que dos, tal como editorializamos en el primer número, aludiendo al poema de Mario Benedetti. Esta imagen colectiva es la que promueve otra salida bajo la premisa de que las mismas convicciones que aceleraron la práctica extensionista estén bajo atenta revisión, siempre. Del mismo modo que el vértigo promueve preguntas que se instalan a veces por sorpresa y a las que se les debe respuesta.
¿Qué es la extensión sino esta cosa activa, mutante, en crisis constante -como tiempo de liberación- incapaz de quedar estampada en un discurso único?
He aquí el interrogante central hacia el cual transita el segundo número de Masquedós, destinado a repensar la tarea de los extensionistas con sentido crítico, analizando las experiencias atravesadas y reconociendo en ellas si los objetivos se han cumplido.
Para esto se requieren ojos, más que contemplativos, inquisidores de nuestra propia labor: sólo la autoexigencia podrá promover las herramientas para entender los contextos actuales y en consecuencia trabajar en ellos.
Creemos que el temario de esta publicación tiene directa relación con lo dicho. Hay en los siete artículos presentados previa selección una especie de “volver a mirar”, reflexionando sobre la teoría y la praxis en distintos campos, lo cual se pone a tono con el propósito editorial, casi casual y felizmente, ya que en la convocatoria no se propuso un temario específico. Es el primer indicio que en el ámbito universitario existen convicciones coincidentes y la seguridad que el extensionismo revisa y se revisa, sin descansar sobre logros supuestamente conseguidos.
Por eso es que desde Extensión UNICEN se remarca el sentido de esta revista que es el de intensificar un espacio de diálogo hacia adentro y con otras instituciones, acentuando el compromiso de repensar en forma integral esta dinámica universitaria en el tejido social.
También es alentador que esta consigna se haya abordado en distintas disciplinas con temáticas variadas (salud, economía social, curricularización, etc.) sumándose a los artículos escritos desde la UNICEN, un texto de la Universidad del Litoral y otro de la Pontificia Universidade Católica de Campinas, Brasil, como testimonio de los efectos que han sabido generar las Jornadas de Extensión del Mercosur, con marcada presencia brasileña y en cuya última edición se presentó Masquedós.
A todos los que han participado de este número vaya nuestro sincero agradecimiento y, por supuesto, se reitera que las puertas -las páginas mejor dicho- siguen abiertas con el deseo de que se prolongue esta zona de opinión, de ida y vuelta, que cada año promete ser distinta, “no necesariamente más linda/ni más fuerte/ni más dócil/ni más cauta” (volvemos a parafrasear a Benedetti), tan sólo distinta como la extensión requiere, con sus dudas y certezas.