El diálogo de saberes en metodologías de producción colectiva de conocimiento
O diálogo de saberes nas metodologias de produção coletiva de conhecimento
Dialogue of knowledge in methodologies of collective knowledge production
María Mercedes Palumbo
Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas
Departamento de Educación
Universidad Nacional de Luján
https://orcid.org/0000-0002-9765-1293
Sección: Dossier
Recepción: 14/02/2025 Aceptación final: 05/04/2025
Para citación de este artículo: Palumbo, M. M. (2025). El diálogo de saberes en metodologías de producción colectiva de conocimiento. Revista Masquedós, 10(13), 1-18. https://doi.org/10.58313/masquedos.2025.v10.n13.402
Resumen
La noción de diálogo de saberes ha cobrado relevancia en las últimas décadas, si bien sus orígenes en América Latina podemos situarlos en la propuesta pedagógica de Paulo Freire. No obstante, consideramos que ha sido abordada principalmente desde una perspectiva epistemológica, quedando pendiente una caracterización de su aspecto metodológico que dé cuenta de los modos de concretizarlo desde una lectura no normativa. Este artículo se propone analizar el diálogo de saberes en las metodologías de producción colectiva de conocimiento en investigaciones del campo de estudios de la economía popular en Argentina que articulan con organizaciones populares. La investigación desarrollada fue de naturaleza cualitativa. Se triangularon entrevistas en profundidad a investigadores/as que producen colectivamente, artículos de su autoría y análisis de otros documentos aportados por ellos y ellas. Para este artículo, se explora una investigación en particular: un relevamiento de unidades de trabajo en la provincia de Mendoza. Del análisis de la información emergieron dos dimensiones clave del diálogo de saberes: las condiciones requeridas para que tenga lugar y los procesos de toma de decisiones.
Palabras clave: diálogo de saberes, metodología, producción de conocimiento, economía popular.
Resumo
A noção de diálogo de saberes ganhou relevância nas últimas décadas, embora suas origens na América Latina possam ser situadas na proposta pedagógica de Paulo Freire. No entanto, argumentamos que tem sido abordada principalmente a partir de uma perspectiva epistemológica, enquanto sua dimensão metodológica ainda carece de uma caracterização mais aprofundada que explore as formas de sua operacionalização a partir de uma leitura não normativa. Este artigo analisa o diálogo de saberes nas metodologias de produção coletiva de conhecimento em pesquisas no campo dos estudos da economia popular na Argentina, em articulação com organizações populares. A pesquisa realizada foi de natureza qualitativa, baseada na triangulação de entrevistas em profundidade com pesquisadores que produzem conhecimento coletivamente, na análise de artigos de sua autoria e na revisão de outros documentos fornecidos por eles. Neste artigo, focaliza-se um estudo de caso específico: um levantamento de unidades de trabalho na província de Mendoza. A análise das informações revelou duas dimensões fundamentais do diálogo de saberes: as condições necessárias para sua ocorrência e os processos de tomada de decisão envolvidos.
Palavras-chave: diálogo de conhecimento; metodologia; produção de conhecimento; economia popular.
Abstract
The notion of dialogue of knowledge has gained relevance in recent decades, although its Latin American origins can be traced back to Paulo Freire’s pedagogical approach. However, we consider that it was approached especially from epistemology and there is still a characterization of its methodological aspect that accounts for the ways of concretizing it from a non-normative reading. This article analyzes the dialogue of knowledge within collective knowledge production methodologies in research on Argentina’s popular economy, specifically in collaboration with popular organizations. The study follows a qualitative approach, triangulating in-depth interviews with researchers engaged in collective knowledge production, analysis of their authored articles, and review of additional documents they provided. This article focuses on a specific case study: a survey of work units in the province of Mendoza. The analysis reveals two key dimensions of the dialogue of knowledge: the conditions necessary for its emergence and the decision-making processes involved.
Keywords: dialogue of knowledge; methodology; knowledge production; popular economy.
Introducción
En este artículo, nos proponemos analizar el diálogo de saberes en investigaciones que asumen la producción colectiva de conocimiento con organizaciones que integran la economía popular organizada en Argentina. Si bien no siempre estas investigaciones son significadas en términos de diálogo de saberes, encontramos reiteradas menciones a las potencialidades y los desafíos de la articulación entre distintos tipos de saberes y conocimientos. Con base en relatos y escritos de una investigación específica que implicó un relevamiento de unidades de trabajo en la provincia de Mendoza (Argentina), nos centramos en dos dimensiones de ese diálogo de saberes: las condiciones requeridas para que tenga lugar, y el modo complejo en que el diálogo se despliega en los procesos de toma de decisiones en torno a la investigación.
Cuando aludimos a producción colectiva de conocimiento nos referimos a un conjunto de prácticas científicas que: a) son empíricas (o teórico-empíricas), lo que no impide su capacidad de teorización; b) se encuentran radicadas y financiadas en instituciones del sistema científico y tecnológico; c) evidencian un fuerte componente de compromiso con sujetos populares, en general organizados aunque no necesariamente; d) muestran un intenso carácter colectivo y relacional que se expresa en diferentes instancias, no necesariamente todas, de la investigación; y, e) buscan la transformación de las realidades estudiadas. Por tanto, el diálogo de saberes -sea o no explicitado en estos términos- funciona como una matriz metodológico-investigativa de la producción colectiva de conocimiento.
La noción de diálogo de saberes ha cobrado relevancia en las últimas décadas, sobre todo a partir de los planteos del giro decolonial. No obstante, posee un recorrido de más larga data en nuestra región que conduce a la propuesta pedagógica de Paulo Freire. En la actualidad, encontramos distintos abordajes. Nos interesan especialmente aquellos que focalizan en la universidad y en las implicancias de su vinculación con sectores populares urbanos e indígena-campesinos.
Existe un corpus de investigaciones que piensan la relación entre extensión crítica y diálogo de saberes (Tommasino, 2022; Gavazzo et al., 2018; Egaña y Bianchi, 2022; Friggeri, 2023; Michi, Di Matteo y Vila, 2021; Di Matteo, 2022). Coinciden en asignarle a este último un carácter estructurador de las prácticas universitarias integrales y encuentran en la extensión una función que puede “abrir la puerta” del diálogo a la docencia y la investigación. Aquí la interdisciplina, en anudamiento con la extensión y el diálogo de saberes, integra un trípode necesario para abordar problemas multidimensionales. Luego, hallamos otro grupo de trabajos que, desde el amplio campo de la ciencia, tecnología y sociedad, problematizan políticas de producción y movilización del conocimiento a partir de recuperar experiencias de participación de actores sociales (Carenzo y Trentini, 2020; Cushnir, 2021; Naidorf y Perrota, 2015). Asimismo, la compilación de Trentini et al. (2022) se sitúa en el cruce entre diálogo de saberes, equipos universitarios y construcción colaborativa de políticas públicas para analizar la producción y circulación de conocimientos entre actores heterogéneos que ponen en juego recurso tecno-cognitivos diferenciados. Finalmente, cabe destacar otra serie de estudios que se centran en el diálogo de saberes y la reemergencia indígena-campesina (Argueta Villamar, 2012; Pinheiro Barbosa, 2016 y 2017; Soto, 2018; Val et al., 2024). En este grupo, el foco no está puesto en la universidad sino en el diálogo de saberes como práctica cotidiana que informa la producción de conocimiento en las organizaciones populares. Estos trabajos enfatizan la “densidad epistémica” y los “desafíos de conocimiento” (Di Matteo, 2022) de los movimientos que requieren la interacción con conocimientos universitarios (y por tanto con la universidad, aunque de manera más mediada).
A modo de hipótesis interpretativa, sostenemos que la discusión en torno al diálogo de saberes ha discurrido principalmente en términos epistemológicos; esto es, a nivel de los posicionamientos e ideales prescriptivos de quienes investigan. Estas discusiones fueron necesarias para revisar las características y la operatoria de la matriz epistémica moderna y permitieron validar otros saberes -sin subvalorar el conocimiento científico-, reconocer una variedad de agentes epistémicos y ampliar los límites del conocimiento científico hacia configuraciones epistémicas plurales. No obstante, ha quedado vacante atender con mayor detenimiento al aspecto metodológico del diálogo de saberes que comprende los modos concretos de operativizar los citados presupuestos epistemológicos. Dar cuenta de este aspecto supone adentrarse en la dimensión cotidiana y “mundana” de la construcción y el desarrollo del diálogo, tanto como en las complejidades y dificultades. Acordamos con Trentini et al. (2022) y Carenzo y Trentini (2020) en su llamado a explorar “sentidos no normativos” del diálogo de saberes que, a menudo, corren a la par de cierta banalización o romantización del término. Siguiendo esta línea de abordaje, recuperamos aquí “situaciones de (des)encuentro” concretas y situadas que tuvieron lugar en una investigación en particular donde confluyeron investigadoras universitarias y organizaciones de la economía popular; sujetos y territorios atravesados, al menos como punto de partida, por la asimetría epistémica. Detenerse en estos (des)encuentros nos abre a pensar aprendizajes, experimentaciones y tensiones en torno al diálogo de saberes como matriz de la producción colectiva de conocimiento.
En lo que sigue el artículo se organiza del siguiente modo. La próxima sección esboza las coordenadas metodológicas que guiaron la producción de la base empírica en análisis y una breve presentación de la experiencia investigativa en la que se hará foco. Seguidamente, se expone el marco referencial en torno a la noción de diálogo de saberes a partir de una triple lectura latinoamericana, metodológica y no normativa. A continuación, se exponen los resultados y discusiones con base en dos dimensiones construidas en el diálogo entre teoría y empiria con el fin de caracterizar el diálogo de saberes en las metodologías de producción de conocimiento: sus condiciones y los procesos de toma de decisiones. En las conclusiones, se recapitulan los principales argumentos desarrollados en el artículo y se sugieren nuevas líneas de indagación.
Metodología y experiencia de investigación en estudio
El problema del diálogo de saberes en las metodologías de producción colectiva de conocimiento lo situamos en el campo de estudios de la economía popular organizada en Argentina. Los resultados que aquí se presentan surgen de un proyecto más amplio[1] de naturaleza cualitativa (Vasilachis de Gialdino, 2007) en el que se analizaron investigaciones recientes[2] que: a) tomaban como referente empírico a la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP), la Unión de Trabajadores/as de la Economía Popular (UTEP), o bien a alguno de los movimientos que las integran, en su condición de espacios de representación colectiva de la economía popular en Argentina; y, b) proponían, además de generar conocimiento sustantivo, reversionar las formas tradicionales de investigación. Acorde a lo que venimos sosteniendo en trabajos previos, este campo de estudios evidencia un conjunto significativo de investigaciones que podríamos englobar en lo que hemos llamado metodologías de producción colectiva de conocimiento y también encontramos allí reflexividad sobre estas prácticas que es objeto de discusiones entre colegas y se condensa en escritos académicos.
Para este artículo, nos centrarnos en una investigación en particular que desarrolló un relevamiento de unidades de trabajo en la provincia de Mendoza, Argentina. Con las investigadoras que participaron tuvimos contacto durante los años 2023 y 2024 que incluyó una entrevista grupal en profundidad, comunicaciones informales por whatsapp, la recopilación y lectura de artículos y capítulos de libro de su autoría donde socializaron hallazgos sustantivos y reflexividad metodológica sobre esta experiencia investigativa, la visualización de materiales audiovisuales asociados, así como también se accedió al informe final resultado de la misma. El procesamiento y análisis se elaboró siguiendo los lineamientos de la teoría fundamentada (Glasser y Strauss, 1967) en la búsqueda por construir una teoría anclada en los datos que diera cuenta del problema en estudio. Para ello, las fuentes orales y documentales fueron puestas en vinculación con la bibliografía existente que, desde América Latina, se preocupa por el diálogo de saberes y que es presentada en la próxima sección de marco referencial. La elección de esta experiencia, en el contexto del corpus mayor de datos, se justifica en los siguientes aspectos: las investigadoras aluden explícitamente al diálogo de saberes para significar sus prácticas académicas; evidencian un fuerte proceso de reflexividad, motorizado por el impacto conceptual, metodológico y subjetivo de la experiencia cursada; y transitaron un proceso de reconfiguración desde una metodología “clásica” hacia otra que nombraron en términos de co-investigación.
La crisis socioeconómica y sanitaria vinculada a la pandemia por COVID-19 provocó la necesidad -tanto en la academia, en las políticas públicas y en las organizaciones populares- de contar con instrumentos y registros adecuados para mensurar y caracterizar a los/as trabajadores/as de la economía popular: su magnitud, actividades, espacios de trabajo y formas organizativas. En este contexto, surgió la construcción del relevamiento de unidades de trabajo de la economía popular. Dicho relevamiento articuló a tres investigadoras en formación del área de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Cuyo junto a referentes de organizaciones provinciales de la UTEP que, a su vez, también se desempeñaban como funcionarios/as del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación. En total, participaron nueve movimientos de la UTEP y 2 ferias de la economía social y solidaria. El trabajo de campo fue coordinado por referentes políticos de las organizaciones y por el equipo técnico responsable conformado por seis personas, entre las que se encontraban las investigadoras.
Por las características del objeto de estudio y las personas involucradas, se pusieron en diálogo conocimientos científico-técnicos, saberes político-militantes vinculados a los territorios populares locales y saberes de la administración público-estatal. Vale señalar, también, que este diálogo tuvo lugar mediado por la virtualidad debido a las condiciones de aislamiento social, preventivo y obligatorio que imperaron durante la investigación en el año 2020. No obstante, la obtención de información en territorio para el relevamiento, a cargo de las organizaciones de la economía popular, fue realizada de modo presencial.
El diálogo de saberes en clave latinoamericana, metodológica y no normativa
En este apartado, recuperamos un marco referencial sobre la noción de diálogo de saberes desde una triple clave latinoamericana, metodológica y no normativa. Se nutre especialmente, -aunque no solo- de la tradición critica de nuestra región que posee una destacada base epistémico-metodológica en la educación popular freireana y sus derivas contemporáneas. Esta tradición fue aludida explícitamente en las fuentes orales y escritas recopiladas en el trabajo de campo de la investigación que da sustento a este artículo como referencias que orientan las prácticas investigativas de las y los investigadores/as que producen colectivamente en el campo de la economía popular. Desde este marco de intelección, el diálogo de saberes opera como una noción amplia que conlleva dos gestos de crítica a los pilares de la epistemología clásica (Merçon et al., 2014). Primero, la idea de saberes -en plural- problematiza la exclusiva legitimidad del conocimiento científico y abre a una pluralidad de saberes y sujetos epistémicos. Segundo, el término diálogo conecta con la escucha, la interacción negociada, la construcción de acuerdos, y por tanto se aleja de la asimilación y destrucción de saberes no científicos.
Encontramos una reflexión y exploración teórica inicial acerca del diálogo de saberes, paralela a la experimentación respecto a un modo latinoamericano y antipositivista de hacer ciencia, en el contexto del laboratorio metodológico de las décadas del cincuenta, sesenta y setenta. Allí un grupo amplio de intelectuales de diversas disciplinas plantearon una ciencia comprometida. Por lo tanto, diálogo de saberes y metodologías de producción colectiva de conocimiento están emparentados al compartir una génesis en común. En este laboratorio, será Paulo Freire quien proponga una “metodología con orientaciones dialogicistas” (Palumbo, 2024b) junto a su propuesta pedagógica de alfabetización de personas adultas; esto es, una ciencia asentada en el diálogo profundo, constructivo y permanente con los sectores populares[3]. Para nuestro autor ([1970] 2006), el diálogo es un fenómeno humano que tiene lugar en el encuentro entre sujetos mediado por el mundo. En sus palabras:
“el diálogo es una exigencia existencial […], no puede reducirse a un mero acto de depositar ideas de un sujeto en el otro, ni convertirse tampoco en un simple cambio de ideas consumadas por sus permutantes. Tampoco es discusión guerrera, polémica, entre dos sujetos que no aspiran a comprometerse con la pronunciación del mundo ni con la búsqueda de la verdad…” (p. 107).
Desde la propuesta freireana, el diálogo -que es matriz metodológico-investigativa de una ciencia con orientaciones dialogicistas- requiere de “sujetos dialógicos” (Freire, [1970] 2006, p. 111). El pueblo se involucra así activamente en el proceso de investigación y en la toma de decisiones, al tiempo que los/as investigadores/as desandan la mirada de sí como sujetos exclusivos de la investigación. Freire ([1970] 2006, p. 134) denomina “reciprocidad en la acción de investigar entre educador-educando y educando-educador” al hecho de que distintos sujetos participantes conjuguen su acción cognoscente sobre el mismo objeto cognoscible desde sus saberes y conocimientos específicos. Por lo tanto, una ciencia con orientaciones dialogicistas es necesariamente participativa. Cabe notar que esta perspectiva será una herencia que se mantendrá en las derivas de la educación popular con influencia también en otras corrientes de las metodologías de producción colectiva.
Otro mojón en el derrotero dialógico del pensamiento latinoamericano lo ubicamos en Orlando Fals Borda, quien también conforma otro referente emblemático de la ciencia crítica en nuestra región. El sociólogo colombiano reconoció la influencia freireana de “la utopía de la liberación humana a partir del diálogo y la transformación social” (Fals Borda, [2005]2021) en su propuesta investigativa de investigación-acción participativa (IAP). Siguiendo la lectura de Torres Carrillo (2021), la concepción del diálogo planteada por el pedagogo nordestino se amplía con Fals Borda a “diálogo de saberes culturales”, lo cual queda expresado en un texto que se titula sugerentemente “De la pedagogía del oprimido a la investigación participativa”:
Y esos descubrimientos de la época fueron llevando a ese gran principio de la IAP, que para mí es el principio de los principios, que se llama el diálogo de saberes culturales, no simplemente entre personas. Pasando a otro nivel, superior de comunicación de mensajes y significados, el diálogo de saberes viene a constituirse en uno de los grandes retos contemporáneos, en todo campo del saber y también en la filosofía, porque lo que nos dice ese principio de principios es que en la utopía y los ideales tienen que asumirse las diferencias en el lenguaje y la cultura, en su construcción y en sus estilos (p. 25-26).
El diálogo de saberes culturales, que refiere a la confluencia entre conocimientos especializados y saberes gestados en las prácticas y luchas sociales, implica al menos dos gestos concatenados: de una parte, reconocer el valor de “la ciencia popular”[4] como suma de las experiencias vitales, estén sistematizadas o no, e incluso como origen de la ciencia; de otra parte, exigir el respeto y la legitimidad de estos saberes en la producción de conocimiento científico. Por lo tanto, el deslizamiento en torno al diálogo asociado a Fals Borda enfatiza ya no solo el vínculo epistémico, pedagógico y político entre sujetos, sino la confluencia crítica de saberes, culturas, racionalidades y lenguajes en la creación y devolución sistemática del conocimiento. De igual modo, gana fuerza la idea de sistematizar y formalizar modos “serios” de investigación imbricados a la acción de las organizaciones populares. Al igual que en la propuesta dialógica freireana, aquí también se destaca el carácter fundamentalmente comunicativo del diálogo que comprende una “hermenéutica colectiva” (Ghiso, 2000).
A partir de poner en valor nuevamente el locus de enunciación latinoamericano, el giro decolonial (Castro-Gómez, 2007; Lander, 2000; Mignolo, 2010; Walsh, 2007) recupera la tradición epistémico-metodológica vernácula -incluidos Freire y Fals Borda. Cuestiona, desde una epistemología crítica, las herencias coloniales que marcan la producción científica hegemónica en América Latina centrada en el monopolio de la ciencia moderna sobre el conocimiento del mundo. En el marco de la apuesta por la descolonización del conocimiento, encontramos aquí un segundo movimiento de ampliación del diálogo de saberes asociado a las epistemologías del sur; esta vez, del diálogo de saberes culturales falsbordiano hacia la ecología de saberes (Santos, 2009)[5]. Esta perspectiva propone un proceso de deconstrucción epistémica que permita reconocer la pluralidad de formas de conocer y avanzar en paralelo hacia la reconstrucción a través de la inteligibilidad recíproca entre saberes, para lo cual proponen valerse de la traducción intercultural.
El giro decolonial ha realizado importantes aportes en términos epistemológicos, mas no aborda en igual medida cuestiones metodológicas en relación al diálogo de saberes. Frente a los usos normativos y de corrección política se posicionan los trabajos citados de Carenzo y Trentini (2020) y de Trentini et al. (2020), así como autores de la educación popular como Ghiso (2012) y Mejía (2015), quienes dan cuenta de los atravesamientos conflictivos del encuentro dialógico.
Si consideramos que la pedagogía de la praxis posee en el diálogo una marca fundacional, hallamos aportes interesantes en exponentes contemporáneos tributarios de la educación popular. Desde una mirada sobre la formación y la investigación comunitaria, Ghiso (2000, 2012, 2015) aporta una definición del diálogo de saberes en cuanto a:
“… un tipo de «hermenéutica colectiva», donde la interacción caracterizada por lo dialógico recontextualiza y resignifica los «dispositivos» pedagógicos e investigativos que facilitan la reflexividad y la construcción de sentidos de los procesos, acciones, saberes, historias y territorialidades” (2000, p. 2).
De esta cita se desprenden distintos elementos a considerar para la investigación social: a) el diálogo de saberes conforma una matriz estructurante de la investigación comunitaria (en nuestros términos, de las metodologías de producción colectiva); b) cuando se asume esa matriz dialógica, los modos investigativos se ven “afectados”; c) el diálogo conlleva un carácter comunicacional que se asocia a un proceso interpretativo -una hermenéutica colectiva- donde se juega la construcción en conjunto de sentido sobre los asuntos humanos; y también nuestro autor plantea que, d) el diálogo no es una técnica sino una “plataforma generativa de un conocimiento alterno, complejo y plural, producto de una episteme subalterna, marginal, desacreditada, despreciada por su condición de subordinada” (2015, p. 3). Un elemento adicional aparece en Ghiso (2012) al señalar que el diálogo de saberes no solo es crítico de posiciones iluministas -que, si bien con diferencias, podría homologarse a la crítica a la ciencia moderna por parte del giro decolonial-, sino que contempla también el cuestionamiento a posiciones basistas que le asignan al pueblo un criterio de verdad y de conocimiento absoluto.
Ghiso (2015) y Mejía (2015) muestran, entonces, un tercer movimiento respecto al diálogo de saberes que se desplaza hacia la “negociación cultural”. Según nuestro primer autor (2015), la negociación cultural se preocupa por los modos en que se tramita la desigualdad de poderes y la diferencia de conocimientos y formas de conocer. Esta negociación involucra contenidos tanto como estilos e intereses en las formas de conocer que no solo son plurales sino profundamente desiguales y asociados a condiciones de opresión y marginación. En esta misma línea, Mejía (2015) complejiza el planteo de Ghiso a partir de su propuesta de un triple proceso que comprende diálogo, confrontación y negociación. Mientras el diálogo daría forma a la intraculturalidad, implicada en la posibilidad de enunciar el “mundo propio”, la confrontación de saberes contribuye a dinámicas de interculturalidad en cuanto el mundo propio (lo singular) se sitúa en la multiplicidad de realidades cognitivas (la diversidad); y, por fin, la negociación cultural avanza hacia la transculturalidad a partir de la conformación de comunidades de acción, aprendizaje y transformación. A estas comunidades las denomina “masa crítica de variadas tradiciones” dando cuenta de su carácter plural.
Resultados y discusiones
Como señalábamos al inicio, el análisis de la información obtenida durante el trabajo de campo muestra que el término diálogo de saberes no es siempre utilizado para nombrar lo que sucede en las prácticas académicas del campo de estudios de la economía popular. Sin embargo, si partimos de una noción amplia, hallamos una variedad de menciones y reflexiones de las y los investigadores/as que van en esa línea, así como una impronta investigativa común que busca armar conversaciones entre actores tanto dentro como fuera del mundo académico. En el corpus global, hallamos diferentes expresiones del encuentro de saberes y conocimientos: “conocimiento colectivo”, “articulación de saberes”, “incorporación de voces”, “co-investigación”, “co-labor” y la propia noción de “diálogo de saberes”. A partir del análisis de los datos, se elaboraron dos dimensiones que intervienen en la construcción de metodologías de producción conocimiento colectivo: las condiciones del diálogo y los modos en que éste se despliega en los procesos de toma de decisiones. Para ello, recuperamos situaciones de (des)encuentro entre investigadores/as y trabajadores/as y referentes de la economía popular organizada, desde los relatos y escritos de investigadoras que participaron de una experiencia de armado e implementación de un relevamiento de unidades de trabajo en Mendoza. Consideramos que lo fragmentario y singular propio de las situaciones del trabajo de campo de una investigación en particular nos aportan pistas para pensar el vínculo dialógico.
Las condiciones del diálogo de saberes en la producción colectiva
En el marco del corpus global de la investigación, encontramos referenciada una serie de “condiciones necesarias” que, desde la mirada de las y los investigadores/as, garantizarían el diálogo profundo y sostenido con las organizaciones de la economía popular. Habría entonces un modo de estar, compartir y dejarse afectar en la base de los procesos de investigación dialógicos que involucra condiciones asociadas a la creación de un ambiente y a una disposición por parte de los sujetos (dialogantes).
En los términos de su enfoque de diálogo y negociación de saberes, Ghiso (2015) se detiene en la importancia de la creación de un “ambiente dialógico”. Los define como “… ambientes que posibiliten el encuentro en la palabra, y la confianza donde la libertad de crear sea viable, se estimule la superación del miedo, de la frustración, del inmovilismo emocional, comprensivo creativo” (p. 7). A este respecto, las y los investigadores/as mencionaron en sus escritos y relatos aspectos que consideraban nodales en pos de la creación de ambientes dialógicos. De una parte, disposiciones por parte de ellos y ellas que conllevaban correrse del rol de “investigador/a monológico/a”. Estas disposiciones comprendían la escucha, la reflexividad sobre las propias miradas junto a la posibilidad de revisarlas, así como la capacidad de ceder la unilateralidad en la definición del diseño y la toma de decisiones en la implementación de la investigación para involucrar a los sujetos de estudio y sus agendas. Vale subrayar que, además del componente subjetivo en el desarrollo de estas disposiciones, también se ponen en juego decisiones metodológicas, epistemológicas, políticas y éticas.
De otra parte, daban cuenta de aspectos ligados al forjamiento de los vínculos entre sujetos atravesados por la asimetría epistémica en esos ambientes dialógicos: la confianza, los afectos, el mutuo compromiso y la construcción, respeto y concreción de acuerdos, así como la identificación de los sentidos de utilidad de la investigación. Como se desprende de estas disposiciones y criterios de relacionamiento, las condiciones habilitantes del diálogo de saberes no se reducen a ámbitos que lo posibiliten sino también a la apuesta por sujetos dialogantes. Ya Freire planteaba el desafío de crear “sujetos dialógicos” ([1970] 2006, p. 111) como parte de una metodología de investigación social con orientaciones dialogicistas.
En las situaciones de (des)encuentro del relevamiento de la economía popular en Mendoza, es interesante notar que el diálogo de saberes no operó como un presupuesto de las investigadoras a plasmar en su investigación; sino que fue parte de la configuración singular que adoptaron las prácticas académicas “situadas y concretas” entre actores académicos y militantes-gubernamentales, e incluso del contexto pandémico. Junto con Ghiso (2015), cabe señalar que los ambientes y sujetos dialógicos son condicionados y afectados por los contextos políticos, económicos, sociales y culturales, y las coyunturas específicas; en este caso las que atraviesan a los sujetos, la economía popular y sus organizaciones, así como las políticas de educación y ciencia y técnica. Las investigadoras relatan la búsqueda nominativa que llevaron adelante a mitad de la investigación para dar cuenta de las prácticas que efectivamente estaban sucediendo. Hallaron en la “coinvestigación” -desde los aportes de Valenzuela Echeverri- una denominación que les hizo sentido. Para ellas, la coinvestigación se encuentra anudada al diálogo de saberes, y el diálogo de saberes fue una cuestión situacional que las sorprendió y que requirió ser reflexionada y conceptualizada, más que un presupuesto de partida. Como señaló una de las investigadoras en la entrevista grupal, “en el medio del proceso dábamos cuenta de que esto era otra cosa, metodológicamente, epistemológicamente, estábamos en un tránsito diferente del que cada cual venía en su proceso de investigación individual… estábamos generando un diálogo distinto, se estaba trabajando en conjunto con las organizaciones”. Este encuentro dialógico entre ciencias sociales y movimientos populares cuestionó el modo asumido -y aprendido por ellas en la formación de grado y posgrado- respecto a lo que implica la metodología de producción de conocimiento social.
Entre las disposiciones referidas, mencionan el “abrirse a la escucha” y “revisar las miradas” para poder integrar los aportes de las organizaciones en el diseño del relevamiento, así como valorar y tomar en cuenta sus ideas. En sus palabras: “Remover los propios métodos de producción social de conocimiento, concibiendo a este último como resultado de un diálogo de saberes, supone asumir al “objeto de estudio” como un interlocutor más” (Ramírez et al., 2024, p. 83). En este sentido, remover los métodos de producción de conocimiento requiere desarrollar o potenciar disposiciones de las investigadoras como sujetos dialogantes que implica “asumir al otro/a como un igual”, como contrapunto a lo que otro investigador refirió como la posición académica “del que se la sabe todas”. Lo anterior está en la base del dinamismo de roles, de que las investigadoras también pudieran aprender mientras investigaban sin dejar de ser investigadoras. Tal como lo señalan: “nuestra posición tuvo que ver con ponernos desde el lugar de investigadoras, pero reconociéndonos desde un lugar que "bueno, pero nosotras también vamos a aprender de este proceso", van a haber tensiones ahí porque, o sea, como que ahí uno negocia”. Como se profundizará en el próximo apartado, esta negociación desafió enfoques y desestabilizó aspectos teórico-conceptuales que traían las investigadoras.
La condición de relacionamiento más nombrada en los relatos del corpus global por parte de quienes investigan, que entienden sustenta las metodologías de producción colectiva de conocimiento, fue la confianza; aspecto que ya Freire colocaba como prerrequisito del diálogo en su Pedagogía del Oprimido.
En la experiencia en estudio, la confianza -más que un prerrequisito- se fue construyendo en el hacer investigación. No se trataba de un “grupo de referencia”, en los términos falsbordianos, integrado por personas con fuertes vínculos previos. Si bien una de las tres investigadoras tenía contacto con un referente -con quien tuvieron la primera reunión que dio impulso al proceso de producción de conocimiento- y las tres se habían cruzado eventualmente con otras referencias de organizaciones que luego participaron del relevamiento. Desde su lectura común, la confianza se forjó en el conocerse, en el compartir reuniones periódicas para deliberar sobre los pasos a seguir, en el consolidar un modo de trabajo conjunto. Según lo expresado por las investigadoras en un capítulo de libro donde sistematizaron su experiencia, “Las semanas y meses de reuniones y discusiones nos habían acercado, habíamos construido lazos de confianza en el propio trabajo. A medida que avanzaba el proceso, el aprendizaje se volvía una experiencia compartida y la realización del estudio, una apuesta común, tanto política como científica” (Ramírez et al., 2024, p. 86). Vale subrayar lo condicionado de la relación dialógica: el hecho que haya sucedido en pandemia tuvo efectos en dos sentidos contrarios. Aunque el conocerse tuvo lugar a través de videollamadas sin presencialidad, lo cual podría interpretarse como un escollo al diálogo, también fue un contexto donde las organizaciones de la UTEP articularon el trabajo territorial y les urgían datos para traccionar la toma de decisiones de política pública lo que redundaba en la utilidad de la investigación. Por lo tanto, la pandemia, paradójicamente, generó condiciones para la creación de un ambiente dialógico y de sujetos dialogantes en torno al relevamiento propuesto.
En diferentes pasajes de su relato, las investigadoras dieron cuenta de las implicaciones afectivas de un proceso de investigación que “las movilizó e involucró profundamente”. Entre ellas, cabe mencionar la experiencia de una nueva forma de investigar, el cuestionamiento a sus concepciones teórico-conceptuales previas (y a las formas en que venían desarrollando sus investigaciones individuales como tesistas doctorales), el sentir que estaban haciendo un aporte comprometido y útil. Como señalan las investigadoras: “Más allá de la investigación, hay un compromiso, hay una inquietud, hay algo que necesitamos de ese diálogo, de poner al servicio el trabajo hacia este sector. Me parece que eso fue un componente de todo esto”. El afectar y ser afectado/a interviene en la producción de conocimiento, y reconocerlo y reflexionarlo opera como una condición del diálogo. Además, la dimensión afectiva refuerza la falta de control unilateral de las investigadoras sobre el curso de la producción de conocimiento dado que la investigación y sus sujetos se insertan en una trama colectiva -que es también extra-académica-, con sus actores, lógicas y agendas particulares que requieren ser negociadas.
Para cerrar, desde la experiencia analizada, las condiciones del diálogo no conformaron precondiciones, sino una construcción que se gestó en el relacionarse entre distintos y desiguales en las prácticas concretas y situadas de investigación. Claro que estas condiciones no se dieron en el vacío, fueron posibles porque había un contexto pandémico que obligaba a aunar fuerzas entre universidad y territorio, y también entre organizaciones, así como una disposición dialogante de las personas involucradas que, en el caso de las investigadoras, comprendía lecturas epistemológicas, el conocimiento previo del sector de la economía popular con base en sus trabajos individuales y en un caso una trayectoria de militancia lo que allanaba vínculos de confianza.
El diálogo de saberes en la toma de decisiones en el trabajo de campo
Focalizar en la dimensión de la toma de decisiones en las metodologías de producción colectiva de conocimiento da cuenta de uno de sus rasgos centrales: el control que las personas no académicas pueden ejercer sobre el proceso de producción y utilización del conocimiento. Desde esta óptica, la investigación es un proceso dialógico-deliberativo de construcción de acuerdos, de toma de decisiones y de implementación de cursos de acción en base a esas decisiones. Este control es significado como una “participación real” de los sujetos de estudio, contraponiéndola a la simbólica (Sirvent y Rigal, 2014). En igual sentido, para Herrera Farfán y Torres Carrillo (2023), estas metodologías se caracterizan por perseguir el fortalecimiento de la participación de los sujetos y organizaciones en las decisiones y acciones que se van tomando en el curso de la investigación.
En cuanto a la experiencia del relevamiento de la economía popular en Mendoza, las investigadoras consideran que en el momento particular de la construcción del formulario condensó el diálogo de saberes de un modo particularmente intenso:
La elaboración del formulario significó la materialización de ese diálogo de saberes con las organizaciones. Todas las personas que participamos de la construcción de ese dispositivo fuimos parte, también, del proceso de recolección de datos. Si bien se trataba de una investigación de carácter exploratorio, cada dimensión e indicador surgió del debate con las referencias de las organizaciones, quienes conocían las características del trabajo dentro de la EP. En este sentido, era imposible lograr un instrumento de medición de ese tipo sin los saberes puestos en diálogos (Ramírez et al., 2024, p. 85).
El fragmento “todas las personas que participamos de la construcción de ese dispositivo fuimos parte, también, del proceso de recolección de datos” muestra la configuración que asumió la toma de decisiones. Encontramos una relación sujeto-sujeto que rompe la separación entre protagonistas (en este caso, trabajadores/as de la economía popular) que fungen de aportantes de información y se objetualizan en la toma de decisiones en torno a la investigación, e investigadoras subjetivadas que deciden, diseñan e implementan el instrumento, realizan el análisis y son “dueñas” de los datos. Paralelamente, se rompe otra posible división entre investigadoras que confeccionan el instrumento y analizan la información, y militantes e integrantes de la economía popular que lo aplican; lo que nuevamente expresaría una división entre trabajo manual (territorial) e intelectual. Al decir de las investigadoras en otro pasaje del mismo artículo: “Los/as protagonistas de aquello que queríamos investigar se transformaron en interlocutores del propio trabajo y del proceso de diseño y relevamiento de la EP en Mendoza” (Ramírez et al., 2024, p. 82).
Las investigadoras relatan que las dimensiones e indicadores del formulario de relevamiento se discutieron y elaboraron de manera conjunta, y se habilitaron revisiones, correcciones y debates. Este proceso implicó tensiones que las obligaron a moverse de las decisiones que habrían tomado sin la mediación del diálogo. Un ejemplo interesante a este respecto, que muestra el alejamiento del rol de “investigador/a monológico/a”, lo conforman dos discusiones alrededor de la unidad de análisis del relevamiento: a) la incorporación (o no) de las unidades de trabajo sociocomunitarias; y, b) la definición del nomenclador de las ramas de actividad a utilizar.
En cuanto a las unidades de trabajo, la propuesta inicial de las investigadoras era mapear las actividades tradicionalmente denominadas “socioproductivas”, acorde a sus necesidades investigativas y al modo de concebir el trabajo en base a su formación sociológica. Las referencias de las organizaciones de la economía popular -desde sus saberes del territorio- defendieron, por su parte, la centralidad del trabajo “reproductivo” (ligado especialmente a la asistencia alimentaria) y la inclusión de las unidades sociocomunitarias en el relevamiento. En situación de entrevista, las investigadoras relatan el proceso de definición de la unidad de análisis:
“Nosotras nos basamos, fundamentalmente, en una guía que arma Coraggio que es para un relevamiento. O sea, esa fue como la base para empezar a trabajar. Y en eso fue como una negociación con ellos de decir ‘bueno, a ver, qué dimensiones o qué cosas ustedes necesitan y qué cuestiones es necesario o qué dimensiones ustedes necesitan que abordemos’, y cuáles eran las necesidades investigativas nuestras y qué se necesitaba en el aspecto organizativo de la economía popular, o sea, también desde una cuestión de una construcción política y de fortalecimiento de estas mismas unidades productivas, o sea, qué es lo que se necesita saber para poder”.
El diálogo, la confrontación y la negociación entre investigadores y organizaciones acerca de cómo relevar el trabajo en las unidades productivas involucró no solo una cuestión técnico-metodológica acerca de cómo diseñar una investigación factible y que captara la cantidad y dispersión que caracteriza a las unidades de la economía popular, sino un debate conceptual que giró en torno al valor económico del sector. Mientras las investigadoras asociaban inicialmente el valor solo con lo productivo, la intervención de las organizaciones desde sus saberes territoriales amplió esta concepción hacia el reconocimiento del valor económico -y no solo social- de las tareas de cuidado. En base a esta metodología de trabajo dialógica, el concepto de “unidades de trabajo” -que fue resultante de la negociación- es producto de una “elaboración entre todos/as” a partir de un proceso de toma de decisiones que incluyó ajustes y adecuaciones.
De igual modo, para delimitar las actividades a relevar, las investigadoras habían considerado las formas clásicas de clasificar presentes en otras estadísticas económicas estatales. Fueron las organizaciones quienes propusieron utilizar la clasificación en ramas generada por la UTEP que se condensó en el Registro Nacional de Trabajadores/as de la Economía Popular (ReNaTEP), de reciente implementación al momento del desarrollo de la investigación. En la negociación, se puso en valor la novedad y la idoneidad de este instrumento creado desde los actores de la economía popular. Esta discusión entre las formas de mensurar de las políticas estatales y aquellas que llegan al Estado desde las organizaciones se vincula a la definición a la que las propias investigadoras arribaron del diálogo de saberes como “poner en interacción mundos, concepciones y nociones que muchas veces se estudian, pero no se vinculan” (Bertolotti et. al, 2021, p. 19). En otras palabras, pusieron en diálogo la biblioteca de las políticas públicas con aquella de la economía popular y las prácticas estadísticas de oficialidad estatal con las prácticas de mensurar que recuperan las experiencias territoriales de los movimientos de la economía popular.
Para las investigadoras, el instrumento funcionó justamente porque alojó saberes y conocimientos diversos, así como habilitó como decisores/as en la construcción de sus dimensiones e indicadores a sujetos que, retomando la expresión de Carenzo y Trentini (2020), no se les reconocería a priori una experticia socialmente legitimada en estas prácticas académicas. A partir de la reconstrucción de la experiencia, encontramos, por un lado, el conocimiento académico-técnico requerido para el relevamiento. Este conocimiento se puso en juego no solo a la hora del diseño del instrumento, como ya se mencionó arriba, sino también en capacitaciones virtuales a encuestadores/as, que se decidió fueran integrantes de las organizaciones, a cargo de las investigadoras. Asimismo, hallamos saberes político-militantes anclados al territorio local que intervinieron en la definición del diseño del instrumento, como fue relatado arriba, y que también fueron clave en la identificación de las unidades de trabajo a encuestar y el acceso a ellas gracias a la cercanía, la confianza y los lazos previos fruto de redes territoriales de las y los encuestadores/as. En este sentido, las investigadoras destacan “la proximidad y el vínculo entre quienes realizaron la encuesta y quienes la respondieron” (Ramírez et al., 2024, p. 91) dado que integraban el mismo sector de la economía popular.
El relevamiento, en su articulación de conocimientos y saberes, no estuvo exento de inconvenientes, tal como lo muestra el siguiente fragmento de entrevista donde se relata una de las situaciones de (des)encuentro asociada al levantamiento de datos durante el relevamiento: “Pasó que, bueno, era complejo entender el concepto [de unidades de trabajo], entonces, algunos terminaron haciéndoles las encuestas a todas las personas que formaban parte de una unidad productiva y no a la unidad productiva o la unidad sociocomunitaria”. En este mismo sentido no normativo del diálogo, en un artículo de autoría colectiva (Bertolotti et al., 2021), las investigadoras identifican un problema más general, que aparece también tematizado en torno al concepto de negociación cultural del marco referencial, vinculado a las relaciones de poder que atraviesan el campo epistémico. Incluso estas relaciones de poder funcionan a pesar de que, en las situaciones de (des)encuentros de esta investigación, la sobreestimación del “saber experto” -que las investigadoras sentían representaban como trabajadoras del CONICET- corrió a la par, de manera paradojal, del reconocimiento de que el saber político-militante de las referencias e integrantes de la economía popular garantizaron el desarrollo del relevamiento. Para las investigadoras, los sujetos y saberes político-territoriales fueron “los puntos de apoyo” sobre los que se montó la investigación[6].
Ahora bien, también es importante reparar en línea con lo que plantean Trentini et al. (2022) en el diálogo de saberes como un “proceso más híbrido y fluido”, cuyas formas emergen en las prácticas situadas. En igual sentido apunta la idea de la participación como “movimiento pendular” (Goñi Mazzitelli, 2023) que se contrapone a una imagen estática de actores con roles fijos, cumpliendo un único papel y en momentos preestablecidos. Desde las situaciones del trabajo de campo a las que se accedió, podemos encontrar pistas de esa hibridez y fluidez.
Por un lado, tal como nos relatan, las personas que participaron del grupo de referencia asumieron roles dobles: referente de organización-funcionario/a del Estado, investigador/a-militante, militante-trabajador/a del Estado, o encuestador/a-militante. Lo anterior cuestiona la asociación lineal entre un tipo de saber y un sujeto o rol en la investigación ya que quienes participaron de la investigación transitaban por diversos espacios (academia, militancia, administración pública), asumían identidades diversas según el momento de la investigación, y por tanto poseían conocimientos y saberes de distinto tipo. Estos roles dobles intervienen en las condiciones del diálogo, trabajadas en la sección anterior, porque generan confianza y puentes intersubjetivos y también epistémico-políticos. Por otro lado, la hibridez y fluidez la observamos cuando las organizaciones populares muestran capacidad de conceptualizar, o al menos de intervenir en la desestabilización de nociones teórico-conceptuales portadas por las investigadoras con base en sus prácticas territoriales y su experiencia en la construcción de política pública; así como cuando despliegan la capacidad -con distintos grados de intencionalidad- de generar afectaciones y dar discusiones metodológicas en torno a los modos de producción de conocimiento, al lugar que ocupan como sujetos de estudio y a la utilidad del conocimiento para que la agenda académica esté imbricada a la agenda político-reivindicativa de la economía popular. Desde sus saberes político-militantes, que pueden comprender también saberes de la administración pública e incluso académico-técnicos, asumen un rol activo-reflexivo de investigadores/as de su realidad cotidiana. Es el pasaje ya nombrado de “protagonista” del trabajo en la economía popular a “interlocutor/a”, desde su experiencia, del trabajo de investigar; o, siguiendo a Goñi Mazzitelli (2023), de lego a “experto lego” o “experto por experiencia”. Los sujetos de estudio se ven así legitimados/as para participar de las definiciones epistémicas, metodológicas y conceptuales que son tomadas en conjunto.
Un último punto radica en que el diálogo de saberes en la experiencia en estudio tuvo lugar en el contexto de una investigación de naturaleza cuantitativa y su momento dialógico más intenso giró en torno a la técnica de la encuesta. Lo anterior nos lleva a desfijar las metodologías de producción colectiva de conocimiento de las investigaciones cualitativas, así como sacarle el mote de “conservador” a lo cuantitativo. Adicionalmente, también coloca la inquietud por lo que Fals Borda llamaba la “vulgarización” de las técnicas de investigación para alcanzar una “ciencia modesta” ([1981] 1992); es decir, emplear técnicas sencillas y “amigables” con el fin de democratizar las metodologías de investigación social. Empero, no todas las técnicas poseen la misma flexibilidad para reconvertirse hacia lo dialógico: cuánto más compleja la técnica, más difícil lograr la participación de los sujetos de estudio. En el relevamiento de la economía popular en Mendoza, se logró “vulgarizar” el desarrollo de la encuesta tanto en su diseño como en el levantamiento de datos en terreno -no así en su análisis y escritura de resultados-, siendo que en el primer caso las investigadoras abrieron las decisiones a las organizaciones mientras que en el segundo asumieron funciones de formación de encuestadores/as y coordinación técnica, pero no estuvieron en campo por el aislamiento pandémico.
Leído en clave de proceso deliberativo, el diálogo de saberes como matriz metodológico-investigativa condujo a las investigadoras a dos aprendizajes: la imposibilidad de asunción de un lugar de exclusividad como decisoras en materia epistemológica, teórico-conceptual y de los modos de trabajo cotidiano conjunto; y la necesidad de reinventar las metodologías de investigación social para que los sujetos de la economía popular pudieran participar de la estructuración de la investigación. Por lo tanto, el diálogo de saberes en las metodologías de producción colectiva de conocimiento no comprende solo dialogar, confrontar y negociar las técnicas, sino integrar a los sujetos sociales a la toma de decisiones estratégicas que hacen a un proceso investigativo y a una concepción metodológica en sentido amplio que excede el mero componente técnico.
Conclusiones
Este artículo se propuso analizar el diálogo de saberes como matriz metodológico-investigativa en la producción colectiva de conocimiento en el campo de estudios de la economía popular organizada en Argentina. Ofrecimos una triple lectura del diálogo de saberes que consideró su aspecto metodológico que se concretiza en acciones en el marco de investigaciones y que complementa los planteos epistemológicos; una perspectiva latinoamericana dado que el diálogo emerge como marca fundacional de otro modo de hacer ciencia en la región, sobre todo a partir de los planteos de Paulo Freire, y que será objeto de ampliaciones y revisiones hasta nuestros días; y desde sentidos no normativos que evidencian intentos y esbozos que se van delineando de modo complejo -y a veces fallido- en el hacer investigación. Esta triple lectura conduce a análisis situados del diálogo de saberes; de allí la decisión de centrarnos en una experiencia de investigación en particular desarrollada en la provincia de Mendoza.
A partir de esa experiencia investigativa, y en el marco del corpus global relevado, construimos dos dimensiones del diálogo de saberes. En cuanto a sus condiciones, sostuvimos que la producción colectiva de conocimiento requiere de un ambiente dialógico y de sujetos dialogantes, lo que involucra aspectos subjetivos, afectivos, epistémicos, metodológicos, políticos y éticos. Esto conduce a plantear que, si bien el diálogo de saberes funge de presupuesto y utopía, es también construcción permanente y dinámica en las prácticas de investigación en tanto forma asumida del trabajo conjunto entre la academia y otros actores sociales. En relación a la segunda dimensión relativa a la toma de decisiones, consideramos que en este proceso deliberativo se juega el real protagonismo de los sujetos en cuanto a su capacidad para intervenir en las definiciones estratégicas de la investigación, así como se vislumbran las tensiones entre diferentes saberes y conocimientos.
Para cerrar, el diálogo como un acto profundamente comunicativo, se arma en relación y en el hacer. Aún con este carácter situado, flexible y creativo, es preciso que estos modos diversos del diálogo de saberes en el marco de la diversidad de metodologías de producción colectiva de conocimiento sean objeto de estudio sistemático. No para inferir recetas, sino con vistas a generar un “repertorio plural” de formas, condiciones y sujetos del diálogo del que puedan aprender otras investigaciones y que también pueda ser tomado y recreado en las prácticas “mundanas” de lo metodológico situado.
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Biografía de autora
María Mercedes Palumbo. Licenciada y Profesora en Ciencia Política, Magíster en Educación. Pedagogías Críticas y Problemáticas Socioeducativas y Doctora en Ciencias de la Educación (Universidad de Buenos Aires). Investigadora adjunta del CONICET con lugar de trabajo en el Departamento de Educación de la Universidad Nacional de Luján.
Esta obra está bajo una Licencia Creative Commons “Atribución - No Comercial - Compartir Igual CC BY-NC-SA”
[1] La investigación fue sostenida por un proyecto PIBAA CONICET 2022-2023 “La coproducción de conocimiento en el campo de estudios de la economía popular en Argentina” y un proyecto PICT 2021 “Los abordajes epistémico-metodológicos en el campo de estudios de la economía popular en Argentina: un análisis desde la perspectiva de la coproducción de conocimiento”.
[2] Nos referimos a investigaciones del año 2020 en adelante, aunque cabe destacar que el surgimiento de la CTEP es del año 2011 y la UTEP del 2019 con lo cual los trabajos académicos resultan relativamente recientes.
[3] En el referido trabajo (Palumbo, 2024b), analizamos las dimensiones que caracterizan a esta metodología con orientaciones dialogicistas: una ciencia participativa construida en el diálogo sujeto-sujeto; una ciencia comprometida con eje en el diálogo activo, intencionado y coconstruido; y una ciencia situada inscrita en el diálogo entre tú-yo-mundo.
[4] Por “ciencia popular” -también llamado por nuestro autor folclore, saber o sabiduría popular” comprende “…el conocimiento empírico, práctico, de sentido común, que ha sido posesión cultural e ideológica ancestral de las gentes de las bases sociales…” (Fals Borda, [1981] 1992: 62).
[5] A pesar de no ser un autor latinoamericano ni de pertenecer al giro decolonial, sus vínculos con esta perspectiva ameritan su incorporación como parte de este segundo movimiento de ampliación del diálogo de saberes.
[6] En el corpus global al que se accedió con la investigación, hallamos mencionada reiteradamente “la tensión entre la jerarquización de la formación versus la jerarquización de la experiencia” al decir de una entrevistada de la UBA; o la “jerarquización racionalista” como lo resume un investigador de la UNC. Surgen, no obstante, diferentes lecturas en cuanto a la relación entre conocimiento académico y saberes de trabajadores/as de la economía popular, sea en términos de complementación, de otorgarle una relevancia mayor a los segundos, o bien de reconocer las relaciones de poder y desigualdad epistémica dentro de las organizaciones que se yuxtaponen a la “jerarquización racionalista”.