Feminismos y comunicación: Pilares sustantivos de la Extensión Crítica

 

Feminisms and communication: Substantive pillars of Critical Extension

 

Feminismos e comunicação: pilares substantivos da extensão crítica

 

 

·  Romina Colacci          

Universidad Nacional de Mar del Plata

rominacolacci@yahoo.com.ar

orcid.org/0000-0001-8222-2720

 

·  Julieta Filippi Villar

Universidad Nacional de Mar del Plata

julietafilippi@hotmail.com

orcid.org/0000-0003-2954-467X

 

·  Luis Barreras

Universidad Nacional de Avellaneda

Universidad Nacional de La Plata

Universidad Nacional de Mar del Plata

lbarreras@undav.edu.ar

orcid.org/0000-0002-0513-4820

 

 

Sección: Enfoques

Recepción: 16/10/2023                 Aceptación final: 15/11/2023

 

Para citación de este artículo: Colacci, R., Filippi Villar, J. y Barreras, L. (2023). Feminismos y comunicación: Pilares sustantivos de la Extensión Crítica. Revista Masquedós, 8(10), 1-11. https://doi.org.10.58313/masquedos.2023.v8.n10.287

 

 

Resumen

Este artículo se propone indagar, desde una mirada integral, el denominado campo de la extensión crítica y proponer a los feminismos y la comunicación, no como capítulos dentro del mismo sino como ejes transversales de toda práctica extensionista que se asuma crítica, humanizante, decolonial, feminista y dialógica.

La revisión de la historia de la extensión universitaria nos permite analizar la construcción de su marco epistemológico, teórico-metodológico, pero fundamentalmente político, el cual ha tenido presente diversos modos de comunicación, así como una incorporación de la perspectiva de género que empieza a tomar protagonismo en la actualidad.

El presente trabajo se considera como punto de partida para pensar críticamente la extensión universitaria, reconocer la importancia de los aportes de los feminismos en las prácticas extensionistas y comunicar los territorios desde perspectivas críticas. En esa línea, la experiencia analizada del proyecto Cortocircuito permite cotejar la transverzalización de género y la comunicación en la co-producción de conocimiento que representa una matriz epistemológica, metodológica y política como pilares sustantivos de la extensión crítica.

Palabras Claves: Comunicación; diálogo; extensión crítica; extensión universitaria; feminismos.

 

Resumo

Este artigo pretende investigar, numa perspectiva abrangente, o chamado campo da extensão crítica e propor os feminismos e a comunicação, não como capítulos dentro dele, mas como eixos transversais de qualquer prática extensionista que se assuma como crítica, humanizadora, decolonial, feminista. e dialógico

A revisão da história da extensão universitária permite-nos analisar a construção do seu enquadramento epistemológico, teórico-metodológico, mas fundamentalmente político, que tem tido em conta vários modos de comunicação, bem como uma incorporação da perspectiva de género que começa a tomar forma. ganhar destaque hoje.

Este trabalho é considerado um ponto de partida para pensar criticamente a extensão universitária, reconhecer a importância das contribuições dos feminismos nas práticas extensionistas e comunicar os territórios a partir de perspectivas críticas. Neste sentido, a experiência analisada do projeto Cortocircuito permite-nos comparar a integração do género e da comunicação na coprodução de conhecimento que representa uma matriz epistemológica, metodológica e política como pilares substantivos da extensão crítica.

Palavras-chave: Comunicação; diálogo; extensão crítica; extensão universitária; feminismos.

 

Abstract

This article aims to investigate, from a comprehensive perspective, the so-called field of critical extension and propose feminisms and communication, not as chapters within it but as transversal axes of any extension practice that is assumed to be critical, humanizing, decolonial, feminist and dialogic

The review of the history of university extension allows us to analyze the construction of its epistemological, theoretical-methodological, but fundamentally political framework, which has taken into account various modes of communication, as well as an incorporation of the gender perspective that is beginning to take prominence today.

This work is considered as a starting point to critically think about university extension, recognize the importance of the contributions of feminisms in extension practices and communicate the territories from critical perspectives. Along these lines, the analyzed experience of the Cortocircuito project allows us to compare the mainstreaming of gender and communication in the co-production of knowledge that represents an epistemological, methodological and political matrix as substantive pillars of critical extension.

Keywords: Communication; dialogue; critical extension; university extension; feminisms.

 

 

Introducción

En el siguiente artículo se desarrollará la importancia de la comunicación y los feminismos como ejes transversales del corpus de la Extensión Crítica, desde sus concepciones, sus fundamentos y metodologías, como un campo de acción política y militante para la puesta en diálogo ante distintas problemáticas sociales en territorio. Pensar la(s) comunicación(es), los feminismos y el campo de la extensión desde una mirada transdisciplinar, en articulación, en tensión, en diálogo, desde matrices políticas y éticas comunes.

La comunicación habla de los oficios del comunicador/a que señala Jesús Martín Barbero (2005), comunicar ha sido y sigue siendo algo más difícil que informar, es hacer posible que unos reconozcan a otros/as, y en ellos/as reconozcan el derecho a vivir y pensar diferente, y que se reconozcan en esa diferencia. Por un lado, pensar en la comunicación y los feminismos nos traslada a terrenos colectivos de co-construcción de conocimientos y, por otro lado, nos incita a promover saberes alternativos a los ya consagrados, en diálogo con saberes populares.

Como marco referencial partimos de los aportes de la “Extensión crítica” concebida como proceso crítico y dialógico que contribuye a generar universitarios/as que alcancen procesos formativos integrales, comprometidos/as y solidarios/as con los más amplios sectores de las sociedades latinoamericanas.

Hacemos propias las palabras de José Martí quien señala:

“A hacer crítica viniera y no justicia, si por crítica hubiera de entenderse ese mezquino afán de hallar defectos, ese celo del ajeno bien, ese placer del mal ajeno, huéspedes ciertamente indignos de pechos generosos. Crítica es el ejercicio del criterio. […]. Criticar, no es morder, ni tenacear, ni clavar en la áspera picota, no es consagrarse impíamente a escudriñar con miradas avaras en la obra bella los lunares y manchas que la afean; es señalar con noble intento el lunar negro, y desvanecer con mano piadosa la sombra que oscurece la obra bella. Criticar es amar […]” (Martí, 2011, p. 95).

Entendemos la posición crítica desde la puesta en crisis de las certezas que obstaculizan el pensamiento, la novedad, el acontecer. Ser críticos/as exige la vigilia permanente de las propias acciones, propiciando una construcción colectiva que incomoda e interrumpe el pensamiento académico, para gestar desde los colectivos la potencialidad del pensamiento emancipatorio.

Asimismo, el pedagogo popular Alfonso Torres Carrillo siguiendo el pensamiento de Foucault enuncia:

“Esa actitud que permite poner en evidencia lo que hay de poder en el conocimiento, y lo que hay de conocimiento en el poder; entonces, la actitud crítica es una insumisión permanente frente a eso que aparece como dado, como establecido” (Torres Carrillo, 2019, p. 46).

Inmersos en la manifestación de Martí surge la propuesta de la crítica como acto de amor, de cuidados, de instancias tiernas desde donde repensar nuestras prácticas, nuestros diálogos, en ese entre territorios.

Se retoma a Suely Rolnik (Colaccci y Filippi Villar 2020) para entender la transdisciplina como una modalidad de abordaje de las teorizaciones, que lleva a trocar seguridades por incertidumbres, a arriesgar razones por azares y a exponer el cuerpo a la sensación, a fundar una existencia en la ética y la estética de lo imprevisible. Se promueve así un estar universitario que vive con malestar ciertas formas de hacer ciencia y que corre el riesgo de inventar nombres y conceptos para sus experiencias.

 

 

Cuerpo del trabajo

Comunicación y extensión universitaria

Un debate clave es el que introduce Paulo Freire (1973, p. 28) a inicios de los 70 en “¿Extensión o Comunicación? La concientización en el medio Rural”, el cual permite reflexionar sobre la importancia del concepto de comunicación para la extensión universitaria desde el diálogo y la humanización del mundo.

“Conocer no es el acto, a través del cual un sujeto transformado en objeto, recibe dócil y pasivamente los contenidos que otro le da o le impone. El conocimiento, por el contrario, exige una presencia curiosa del sujeto frente al mundo. Requiere su acción transformadora sobre la realidad. Demanda una búsqueda constante. Implica invención y reinvención” (Freire, 1973, p. 2).  

La propuesta de Freire permite repensar la comunicación entendida como extensión. La comunicación y la extensión universitaria aparecen desde la historia más como transferencia o divulgación de una información que se transmitía hacía poblaciones excluidas de dichas instituciones: obreros/as, campesinos/as, diversos/as actores/as sociales; como una trasferencia de conocimiento y utilizando a los medios de comunicación en diversos formatos (radio, periódicos) como reproductores de ese conocimiento.

En esa línea, es necesario recordar la deconstrucción de la extensión como concepto abordado por Freire, que durante mucho tiempo fue asociada a la manipulación, al mesianismo y a la transferencia de conocimientos. Los postulados freirianos nos posicionan desde una perspectiva teórico-metodológica, pero fundamentalmente política, que encuentra eco en los postulados de la Extensión Crítica:

“la extensión crítica se viene consolidando como un proceso de diálogo de saberes, crítico, horizontal que vincula educadores/as de variado tipo (universitarios/as, técnicos/as, dirigentes de movimientos y organizaciones sociales, etc.) con sectores populares, en la búsqueda y construcción de una sociedad más justa, solidaria e igual, en donde desaparezcan los procesos de opresión-dominación, y en donde se generen y fortalezcan propuestas anticapitalistas, feministas y de coloniales” (Tommasino y Barreras, 2022, p. 38).

Se promueve, a diferencia de esos primeros trazos de la historia de la extensión universitaria, la idea de una comunicación dialógica, para generar espacios alternativos en materia de comunicación, en el sentido planteado por Jesús Martín Barbero (1980): “Transformar el proceso, la torna dominante y normal, de la comunicación social, para que sean las clases y los grupos dominados los que tomen la palabra”.

Desde esta perspectiva, ¿qué implica la pregunta por la comunicación? Implica pensar desde dónde la miramos, en oposición a qué miramos, pero, fundamentalmente exige posicionarla en diálogo y tensión con otros campos disciplinares. Pensar desde un “entre”, al decir de Ana María Fernández (1989), en el borramiento de los límites del orden establecido. Idea que nos permite abordar la comunicación construyendo entramados dialógicos con saberes populares.

Pensamos la extensión crítica inmersa en un entre, en el cual se despliegan comunicaciones/vinculaciones:

     Entre el quehacer y el saber.

     Entre territorios (universidad territorio, cuerpos territorio).

     Entre teoría y práctica.

     Entre lo singular y lo colectivo.

     Entre lo académico y lo popular.

     Entre un adentro y un afuera.

     Entre lo académico y lo político.

     Entre la palabra y la escucha.

En esa línea, se entiende a la comunicación como cuestión de personas y no sólo de aparatos, de medios masivos de comunicación, de herramientas o tecnologías. La perspectiva dominante en dicho campo estaba centrada en el análisis de las estructuras que dotaban de sentido al mensaje en la que se pensaba desde la reproducción y no desde la idea de la producción, coproducción de conocimiento.

Entonces retomamos el texto “¿Extensión o Comunicación?”, donde el planteo que hace Freire (1973, p. 46) discute y opone al termino extensión el de comunicación para poder reflexionar sobre las prácticas extensionistas. En ella plantea pensar si la extensión es comunicación, si la educación es comunicación y como resultado esboza que la extensión tiene un sentido educativo y comunicacional desde un concepto central que es el diálogo: “El diálogo es el encuentro amoroso de los hombres que, mediatizados por el mundo, lo ‘pronuncian’, esto es, lo transforman y, transformándolo, lo humanizan, para la humanización de todos”.

La propuesta freiriana se aleja de una mirada lineal (emisor – mensaje - receptor) y transferencista, permite pensar las teorías de las comunicaciones desde su sentido humano y sensible, de una vinculación con un/a otro/a y con el protagonismo de una escucha empática.

La comunicación en la extensión entonces se distancia de entenderla como los resultados sobre el cierre de una actividad o proyecto, sino que se erige protagonista del espacio de encuentro humano. En esta línea es importante promover la comunicación/vínculo dialógico (subjetividades, cuerpos) que atraviesen transversalmente la praxis extensionista.

En esa línea, promovemos un campo asociativo de la comunicación como herramientas y acciones que nos permiten propiciar vínculos, lazos, prácticas y quehaceres que se desarrollan con/en comunidad. Este campo se constituye a través de la Palabra, el diálogo, la escucha empática, la horizontalidad, la democratización de las voces, el reconocimiento, la humanización, los silencios. La comunicación popular como estrategia política que nos permite narrar-contar la realidad por y desde los grupos.

Pensar la vincularidad entre dicha noción y la idea de extensión crítica como problematizadoras de la universidad y sus sentidos hegemónicos se ven reflejados en el pensamiento de Catherine Walsh quien apunta que:

La creciente des-humanidad(es) en el ámbito universitario. Al respecto dice: “es la deshumanización de las ciencias sociales y humanas de la UNI-versidad, UNI por su concepto-proyecto que, y de manera creciente, niega las diferencias, las voces críticas y la pluriversalidad de seres, saberes, cosmologías y visiones prácticas de vida. Hoy la Uni-versidad funciona como empresa científica, profesionalizante y deshumanizante en complicidad casi directa con el poder del capital. Con su enfoque en el ‘conocimiento útil’, las letras, humanidades y ciencias sociales van desapareciendo; en el mejor de los casos están relegadas al último peldaño de interés y prioridad. El interés y preocupación por lo que sucede en el mundo (incluyendo a nivel local, nacional, regional y global) desvanecen ante la miopía del consumismo e individualismo; el sonambulismo intelectual tanto de docentes como de estudiantes, es ahora lo más usual” (Walsh, 2016, p. 14).

Se entiende entonces, en esta relación, a la comunicación como herramienta sensible, de diálogo, como una construcción de producción de sentidos que realizan las personas construyendo la historia y sus luchas por mundos otros.

 

Feminismos y extensión universitaria

Las universidades latinoamericanas plantean el surgimiento de la extensión en la reforma de 1918 en Córdoba. Si bien hay evidencias que anteceden los registros de la postulación reformista, como la Liga de las Américas desarrollada en Montevideo (Uruguay) en 1908, la noción de extensión universitaria adquiere a partir del manifiesto y sus representantes un anclaje que difiere con los procesos transferencistas-difusionistas que antecedieron al surgimiento de esta noción en Oxford y Cambridge (1872 en Inglaterra), en Oviedo (España) en 1899 y en EE. UU.

En ese contexto, el planteo de los/as estudiantes en sus manifestaciones esboza una profunda crítica contra el sistema universitario que los/as adoctrinaba, y que, entre otros autoritarismos, no permitía su participación en el gobierno. Sin embargo, es recién en las últimas décadas (al centenario de la Reforma) que logra visibilizarse en el relato de este proceso, la omisión de la participación de las mujeres, así como las lecturas y demandas que protagonizaron los colectivos feministas.

La socióloga Natalia Bustelo señala a través de sus investigaciones, las condiciones de los derechos de las mujeres de la época: “el Código Civil Argentino, sancionado en 1869, establecía la inferioridad jurídica de las mujeres. Las casadas no podían administrar bienes y necesitaban la autorización de sus maridos para educarse” (Bustelo, 2018). En ese trazo la autora marca que el escenario previo a la reforma desarrolla una creciente desigualdad en la lucha de las mujeres en el acceso a la educación superior.

“Los profesores que integraban los Consejos sostenían no sólo que las capacidades intelectuales femeninas eran inferiores a las masculinas, sino también que el trabajo profesional ponía en peligro el orden doméstico, pues alejaba a las mujeres de las funciones maternales a las que estaban por naturaleza destinadas” (Bustelo, 2018, p. 29).

Se ejemplifica así lo que Silvia Federici (2015) entiende como categorización jerárquica de las facultades humanas que al identificar a las mujeres con una concepción de su naturaleza degrada que ha sido históricamente instrumental a la consolidación del poder patriarcal y a la explotación del trabajo femenino: “El capitalismo debe justificar y mistificar las contradicciones incrustadas en las relaciones sociales denigrando la naturaleza de aquellos a quienes explota: mujeres, súbitos coloniales, descendientes esclavos africanos, inmigrantes desplazados por la globalización” (p.19).

En esa escena, las luchas feministas empezaron a organizarse desde el Consejo Nacional de Mujeres, la Asociación Universitarias Argentinas en 1907, la cual organizó el Congreso Femenino Internacional, a través de diversas producciones como los periódicos feministas: “La voz de la mujer”, “Nosotras”, entre otros.

Cuando el movimiento reformista se instala, en la escala latinoamericana al interior de las casas de altos estudios, había una importante presencia femenina y diversas agrupaciones que promovían sus reivindicaciones. Pero como señala Natalia Bustelo en su relato sobre la reforma universitaria:

“El desencuentro fue tal que se registraron muy pocas mujeres entre los líderes reformistas de Latinoamérica, la peruana Magda Portales y la argentina Mica Fieldman, entre ellas. Sin embargo, no se incluyó como parte de las reivindicaciones reformistas la eliminación de obstáculos para la educación de las mujeres” (Bustelo, 2018, p. 32).

La exclusión de las mujeres en la educación desde sus orígenes, la histórica e inclaudicable lucha de las mujeres por sus derechos, los cimientos androcéntricos y heteropatriarcales de nuestras instituciones universitarias nos compulsan a la revisión permanente de omisiones, opacamientos y desigualaciones en la realidad actual. En artículos anteriores (Colacci y Filippi Villar, 2022) se describe este proceso, también en el campo de la extensión, como pliegues y despliegues de las prácticas y conceptualizaciones académicas y extensionistas.

La reciente incorporación de los feminismos en la extensión (tardía en relación a su incorporación en otras funciones) permite introducir y darle centralidad al género como categoría hermenéutica, movimiento insoslayable, según Ana María Fernández (2021), para incorporar la dimensión del poder y pensar los dispositivos de poder por los cuales las diferencias biológicas justifican diferencias sociales, subordinaciones políticas. Es esta incorporación, a su vez, la que promueve un acto de lectura situada en su época de las disciplinas, cuerpos teóricos y prácticas que justifican desde el saber la producción y la reproducción de las desigualdades.

En ese sentido, Ana María Fernández parte de la siguiente cita de Foucault:

“Lo que cuenta en el pensamiento de los hombres, no es tanto lo que han pensado, sino lo no-pensado, que desde el comienzo del juego los sistematiza, haciéndolos para el resto del tiempo indefinidamente sensibles al lenguaje y abiertos a la tarea de pensarlos de nuevo” (Fernández, 2021, p. 49).

Para adentrarnos en el modo de leer que ella propone: la lectura sintomal, según la cual un texto no solo habla por lo que dice, sino por lo que omite. “Abrir visibilidad a sus silencios de enunciado creaba las condiciones de posibilidad para enunciar las lógicas, en estos casos patriarcales, que han delimitado tales omisiones y silencios desde sus lapsus fundaciones”. Se abre así el camino, difícil pero necesario, para establecer nuevas visibilidades que restituyan los enunciados omitidos.

Incorporar un giro feminista en la extensión crítica nos permite, en palabras de Gisela Giamberardino[1] (2022), otro modo de leer:

“hemos producido y diseñado métodos, metodologías, conceptos, categorías que justamente lo que intentan es sacar de la opacidad, relaciones, sujetos, conceptos, y dinámicas. Cuando hablamos de dinámicas estamos hablando de dinámicas de opresión y al revés de lo que generalmente hacemos quienes abrazamos las prácticas o las perspectivas críticas dinámicas, que permitan restituir derechos, porque generalmente trabajamos con poblaciones con derechos vulnerados que tendrán que ver con las clases, con el género, con la etnia, con la condición de migrantes, de capacidad. Todas esas cosas no se nombran, en general, y no se nombran porque siguen circulando por las aulas, por los laboratorios, por las bibliotecas, ideas universales”.

Las reivindicaciones que aparecen en los estudios críticos, decoloniales de los 60 y 70; los estudios de la mujer que fueron el origen de una corriente más abarcadora e instituyente: los estudios de género que crearon las condiciones para reconceptualizar teorías y prácticas que aún todavía se sostienen en la ilusión de ser completas y verdaderas. La extensión crítica feminista abre una nueva interrogación-conceptualización transdisciplinaria en su propio campo de teorización y acción, porque las desigualdades de género no pueden abordarse desde una disciplina dados los múltiples y complejos entramados históricos, psíquicos, sociales, políticos, económicos, ideológicos que las producen y reproducen. Y tal como se ha desarrollado en anteriores escritos (Colacci y Filippi Villar, 2020) feminizar la extensión crítica permite hacer de la noción de poder y su distribución el centro del análisis de nuestras prácticas.

Se trata al decir de Verónica Gago (2019), del deseo de disputar los modos hegemónicos de distribución del poder; la intención de capturar las fuerzas que permitan ampliar la capacidad de circulación y apropiación de recursos sociales; y la capacidad de promover la construcción de nuevas formas de vida, más humanizantes.

En líneas coincidentes, Gisela Giamberardino[2] (2022) plantea que el concepto de las ausencias sirve para pensar preguntas de investigación y sobre todo para innovar, así como un intento de politizar las historias. ¿Quiénes no están presentes? En la universidad eso es evidente, no solo en la pirámide de organización de funciones donde se observa la estructura sexo genérica sino en el mecanismo de producción de conocimiento. Celebramos los 100 años de la reforma, pero estamos en el inicio de la deconstrucción de la universidad como territorio patriarcal y patriarcalizado en sus prácticas, en los cuerpos que la habitan y en los discursos que produce y promueve.

 

Desde la praxis, a modo de ejemplo

A modo de ejemplo comunicacional observamos la pieza audiovisual realizada por el proyecto de extensión “CortoCircuito”[3] radicado hace años en la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional de Mar del Plata. Esta obra audiovisual titulada “Nosotras” fue realizada por mujeres del Comité Barrial de Emergencia Corredor Norte durante el Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio decretado en Argentina como forma de hacer frente a la pandemia provocada por el avance del COVID-19.

A “Nosotras” la entendemos como una acción de extensión crítica que incorpora a la comunicación y los feminismos como ejes transversales. A la comunicación: porque el proyecto CortoCircuito busca poner al servicio de la comunidad su metodología, su tecnología y lógica de trabajo para que la comunidad pueda transmitir el mensaje que considere más urgente y pertinente, amplificando su impacto y llegada. Y a los feminismos: no porque la temática abordada esté vinculada a visibilizar la violencia de género que muchas mujeres estaban padeciendo al quedar aisladas con sus agresores, sino porque promueve, acompaña y sostiene en la creación de un “nosotras” capaz de transmitir un mensaje potente construido desde el reconocimiento de la historia, de las posibilidades, de los peligros y de las formas posibles de armar tejido vincular y colectivo para estar para otras que se encuentren atravesando estas circunstancias.

Es así como desde el paradigma de una extensión crítica que tiene como ejes transversales la comunicación y los feminismos se habilita la posibilidad de poner nombre, dar existencia explícita, hacer público, visibilizar, enunciar, teorizar aquello que —al no haber accedido a la experiencia objetivada y colectiva— continuaba en estado de experiencia individual, privada, como malestar, para transformarse en poder social.

En esa línea, pensar en la transversalización de los feminismos y de la comunicación en la extensión universitaria implica como lo señalan Humberto Tommasino y Luis Barreras:

“El repensar el diálogo con y en los territorios. Repensarlo desde una perspectiva de la comunicación popular, en la cual se vea a la comunicación con su potencial democratizador y liberador de la palabra…. Es en ese plano, que el repensar implica incorporar las tecnologías de la comunicación y la información desde un pensamiento crítico, alternativo y popular en constante diálogo con la realidad. Transformar el proceso actual para que sea la voz de los actores la que domine el escenario” (Tommasino y Barreras, 2022, p. 35).

Destacamos de esta pieza el grito como metáfora comunicacional que permite forjar la palabra que reconstruye la práctica del conocimiento ofreciendo un debate a los saberes consagrados que circulan por los espacios universitarios. Grito que no paraliza, sino que produce desde una experiencia situada un horizonte político en contra de una experiencia que a lo largo de la historia ha sido relatada como neutral.

El grito no rehúye a la palabra, la busca, la reconstruye a través de cuerpos/as que son testigos/as y narran las historias y problemáticas complejas, históricas y contemporáneas, a la vez que dialogan con el saber académico en la realidad social.

 

 

Consideraciones finales

Transversalidad de la comunicación y los feminismos:

Enmarcados/as en el paradigma de la extensión crítica y recuperando los aportes de las epistemologías feministas, se subraya la importancia de instalar como ejes transversales, la(s) comunicación(es) y los feminismos, profundizando sus metodologías. Entender que la narración y los relatos juegan un papel central en la sistematización de experiencias, promoviendo profundos debates a los saberes consagrados, desde la sensibilidad de los testimonios de vida y los saberes populares, en donde las prácticas humanizan el conocimiento y desafían las formas de ser y hacer universidad.

En palabras de Catherine Walsh (2017), ver los indisciplinamientos, rupturas y desplazamientos que obligan a mirarnos críticamente, a aprender, a desaprender para reaprender a pensar, actuar, sentir. 

Alejandra Cebrelli plantea:

“Pensar(se) en y desde una frontera implica, como consecuencia, una articulación entre sujetos, lenguajes y territorios no siempre armónicos, atravesados por diversidades y diferencias que, mientras más extremas, más agudizan las crisis pues interpelan las identidades y las prácticas en las que se entretejen. Es, a la vez, una opción ética, ideológica y política porque se trata de atravesar los velos de las representaciones hegemónicas que invisibilizan a ‘los de abajo’, para ponerse en su lugar, darles la voz para comenzar a pensar con y desde ellxs (…). Pensar(nos) en situación de frontera implica la aceptación de que esta tierra es inquieta, de que las territorialidades y las identidades que allí se entraman son siempre inciertas, móviles y quebradizas. (…) Así frontera, alteridad(es), interculturalidad, transdiciplinariedad, deconstrucción, dualidad, paradoja, decolonialidad, confluyen en un campo de sentido capaz de proponer nuevos abordajes epistémicos” (Cebrelli, 2018, p. 22).

Concluimos que la comunicación, entendida desde el marco enunciado en este escrito, no puede pensarse como la etapa final de un desarrollo, de un proceso o de una práctica extensionista, ni la perspectiva de género es algo que puede agregarse al diseño de una actividad/proyecto, evaluado solo desde el uso de lenguaje inclusivo o cuantificando la participación de mujeres y disidencias, para cumplir con la demanda de transversalización presente hoy en las Universidades. Sino la comunicación no será más que difusión o divulgación, y la perspectiva de género quedará reducida a un disciplinamiento guiado por expectativas de época.

El poder de ambas (tomando la acepción de Ana María Fernández (2021), entendiendo al poder como potencia, lo que implica que las relaciones estén regidas por su posibilidad de potenciarse), reside en la incorporación de las comunicaciones y los feminismos en el cuerpo sustantivo de la extensión crítica, formando parte desde la matriz epistemológica, metodológica y política desde la cual se piensa y construye la extensión crítica universitaria.

 

 

Referencias

Bustelo, N. (2018). Todo lo que necesitas saber sobre la reforma universitaria. ED. Paidós, CABA.

Cebrelli. A. (2018). Hacia una epistemología fronteriza y situada para la comunicación. Redes, saberes y articulaciones otras. Revista Cuadernos de Humanidades, (29), 19-42. http://humani.unsa.edu.ar/cdh/index.php/CDH/article/view/7/4

Colacci, R. y Filippi Villar, J. (2020): La extensión crítica será feminista o no ser. Revista +E: estudios de extensión y humanidades, 7 (9), abril-octubre 2020. 18-29.

Colacci, R. y Filippi Villar, J. (2022): Pliegues y despliegues de la extensión crítica: aportes desde el acontecer feminista. Saberes y prácticas. Revista de Filosofía y Educación, 7 (1), 1-11.

Federici, S. (2015). Calibán y la Bruja. Mujeres, cuerpo y acumulación originaria. 2ª ed. Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Tinta Limón.

Fernández, A. M. (1989). El campo grupal. Notas para una genealogía. Ed. Nueva Visión, Buenos Aires.

Fernández, A.  (2021). Psicoanálisis. De los lapsus fundacionales a los feminismos del siglo XXI. Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Ed. Paidós Psi. 2021.

Freire, P. (1973). ¿Extensión o comunicación? La concientización en el medio rural. México: Ed. Siglo XXI.

Gago, V. (2019). La potencia feminista: o el deseo de cambiarlo todo. 1ed. Tinta Limón.

Martí, J. (2011). Obras completas. Volumen 15. Europa. CEM, Centro de Estudios Martianos. https://biblioteca.clacso.edu.ar/Cuba/cem-cu/20150114051814/Vol15.pdf

Martín Barbero, J. (2005). Los oficios del comunicador. Co-herencia, 2 (2), 115-143.

Tommasino, H. y Barreras, L. (2022). Extensión crítica e integralidad en tiempos de pandemia: sus aportes para una Universidad Latinoamericana en la encrucijada. En Tommasino, H., Medina, J. M., Barreras, L. y Toni, M.  (Comp.). Extensión Crítica en tiempos de pandemia: La coyuntura de los movimientos sociales ante la emergencia. Ed. HAY-UNR.

Torres Carrillo, A. (2019). Pensar epistémico, educación popular e investigación participativa. México: Editora Nómada, IPECAL.

Walsh, C. (2016).  ¿Interculturalidad y (de)colonialidad? Gritos, Grietas y Siembras desde ABYA YALA. Congreso Brasileiro de Hispanistas, agosto 2016.

Walsh, C. (2017). Pedagogías decoloniales. Prácticas insurgentes de resistir, (re) existir y (re)vivir. Tomo 2. Ediciones Abya-Yala.

 

Esta obra está bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional

 



[1] Entrevista realizada por los/as autores/as en el marco de la diplomatura de posgrado en extensión crítica de la Universidad Nacional de Mar del Plata. Julio 2022.

[2] Idem 1.

[3] CortoCircuito UNMDP (2020): canal de YouTube. “Nosotras” CBE Corredor Norte. https://www.youtube.com/watch?v=ZHNKldLVPKM