Orienting our North towards the South
Autora: Anabella L. Galvano. Núcleo Regional de Estudios Socioculturales (NURES). Facultad de Ciencias Sociales. Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires
Galvano A. L. (2023). Orientando nuestro norte hacia el Sur. Revista Masquedós, 8(9), 1-7.
Sección: Territorio y currícula
Recepción: 09/11/2022 Aceptación final: 23/02/2023
El siguiente trabajo invita a reflexionar sobre en qué medida los principios que en el año 1935 esbozó el artista uruguayo Joaquín Torres García, que sentaron las bases del proyecto Escuela del Sur en Montevideo, preanunciaron el fin del periodo colonial en la producción artística pero también intelectual y científica en Latinoamérica. Se describirá el enfoque de esta Escuela para ponerlo en diálogo con algunos principios de las “epistemologías del Sur” y con el ejercicio actual de la docencia del nivel superior en general y la universitaria en particular a través de la extensión crítica, que promueve la integralidad de la formación a través de experiencias de prácticas socioeducativas y sociocomunitarias en el territorio, permitiendo desandar lógicas heredadas en la búsqueda de un nuevo paradigma organizador de los procesos de enseñanza-aprendizaje dentro de la universidad pública más identitario e inclusivo, reorientando su centralidad hacia un conocimiento situado, poniendo en tensión realidades comunitarias y académicas, saberes populares y científicos, con el objetivo de aprender de y con otros.
Palabras clave: Latinoamérica, docencia, proceso de enseñanza-aprendizaje, conocimiento, Escuela del Sur, extensión crítica.
The following work invites us to reflect on the extent to which the principles outlined in 1935 by the Uruguayan artist Joaquín Torres García and which laid the foundations of the Escuela del Sur project in Montevideo heralded the end of the colonial period in artistic production but also, intellectual and scientific as well, in Latin America, the approach of this School will be described to be put in dialogue with some principles of the "epistemologies of the South" and with the current exercise of teaching at the higher level in general and at university level in particular through the critical extension, which promotes the integrality of training through experiences of socio-educational and socio-community practices in the field, allowing to retrace inherited logics in the search for a new organizing paradigm of the teaching-learning processes within the more relatable and inclusive public university, reorienting its centrality towards a situated knowledge, putting community and academic realities, and popular and scientific knowledge in tension, with the aim of learning from and with others.
Keywords: Latin America, teaching, teaching-learning process, knowledge, Escuela del Sur, critical extension
La tradición europea aún se evidencia en la docencia universitaria desde una perspectiva academicista, colonial, capitalista y hegemónica en la que la centralidad del proceso de enseñanza-aprendizaje está puesta en el docente como sujeto legitimante de la verdad epistemológica, muchas veces aislada de la realidad de quienes aprenden.
Desde siempre, el arte y la ciencia han estado conectados por hilos invisibles. Joaquín Torres García, artista y teórico del arte, si bien había nacido en Montevideo en 1874, transcurrió gran parte de su vida entre Europa y Estados Unidos. En esos años tuvo la oportunidad de vincularse a otros artistas como Piet Mondrian y Theo Van Doesburg, representantes del Neoplasticismo y precursores de algunas de las bases fundamentales del diseño gráfico, de arquitectura y textil que se mantienen vigentes hasta hoy. Durante esos años de continuos viajes de Nueva York a Italia y luego a Francia para finalmente asentarse en París en 1926, su atención se había centrado en montar una fábrica de juguetes inspirados en las ideas de renovación pedagógica surgidas durante las primeras décadas del siglo XX. Sin embargo siguió experimentando en la pintura motivado por los círculos de vanguardia europeos, fundando en 1930 junto a Michel Seuphor, el movimiento Cercle et Carré (Círculo y Cuadrado) al que se sumarían artistas como Hans Arp, Piet Mondrian y Kurt Schwitters.
En 1934 Torres García regresa a Uruguay y en mayo de ese mismo año brinda una conferencia en la Universidad de la República organizada por la institución «Arte y Cultura Popular». Pocos días después, inaugura su primera exposición individual en Montevideo, en el local de «Amigos del Arte» y en ese mismo año es nombrado profesor de la Facultad de Arquitectura de la Universidad de la República.
Torres García además de artista fue un pedagogo innato. Su interés en la fundación de la Escuela del Sur tuvo por objetivo poner fin al periodo colonial e inaugurar una nueva era en la producción artística latinoamericana: “un nuevo regionalismo artístico, que ponía de manifiesto una concepción del arte en la cual confluyesen los principios de la abstracción y el concretismo europeo, junto a elementos de las tradiciones indo-americanas” (Murlender, 2014).
Establecido en Uruguay, Torres García comienza a idear en 1943 la “Escuela del Sur”, un proyecto de raigambre no solo artística sino fundamentalmente política, que planteó alterar el mapa conceptual de referencias para la producción de arte desde Latinoamérica, hasta ese momento erigido sobre el canon europeo, con técnicas y formas de representación que no eran propias sino que para ser reconocidas dentro de la alta cultura y sentar su existencia debían responder a lo que Boaventura de Sousa Santos (2010) denomina monocultura del saber o rigor del saber: “Todo lo que el canon no legitima o no reconoce es inexistente. La no existencia asume aquí la forma de ignorancia o de incultura” (p.22).
A modo de síntesis visual, este proyecto fue simbolizado por Torres García a través de un dibujo titulado “América invertida” (1943) con el sur hacia arriba, indicando el norte. En palabras del artista:
“He dicho Escuela del Sur porque en realidad nuestro norte es el Sur. No debe haber norte, para nosotros, sino por oposición a nuestro Sur. Por eso ahora ponemos el mapa al revés, y entonces ya tenemos justa idea de nuestra posición, y no como quieren en el resto del mundo. La punta de América, desde ahora, prolongándose, señala insistentemente el Sur, nuestro norte” (Torres García, 1944, p. 213).
El mapa de América del Sur al revés no se trató solo de la inversión de un dibujo, sino que tuvo por objetivo poner de cabeza la idea del ser latinoamericano, afectando la producción artística con el objetivo de que esa comunidad artística concentrara sus esfuerzos en lo propio y abandonara la actitud de sentirse culturalmente desterrada de Europa.
Torres García consideraba que Europa ejercía una tiranía espiritual sobre Latinoamérica de la que era necesario desprenderse. Sostenía que había que levantar una gran escuela de arte, pero con el adjetivo no hacía referencia a su tamaño, a su infraestructura o a los medios con los que dispondría, sino “a su robusta vida real y efectiva, por responder a una necesidad también real” (1944, p. 217).
El Sur, en el imaginario de artistas como Torres García y que pensadores como Boaventura de Sousa Santos mencionan, no es solo un punto cardinal ni un lugar geográfico, sino una metáfora, una palabra capaz de sintetizar los conocimientos construidos en las luchas de las y los oprimidos y excluidos contra las injusticias sistémicas causadas por el capitalismo, el colonialismo y el patriarcado.
Es ese pensamiento abismal que de Sousa Santos (2010) define como el organizador de la dominación capitalista y colonial, que divide las experiencias, los actores y los saberes sociales entre los que son visibles, inteligibles o útiles (los que quedan en el lado seguro) y los que son invisibles, ininteligibles, olvidables o peligrosos (los que se desechan al abismo).
En la universidad pública aún hoy existen resabios de esta lógica, de esa tiranía espiritual señalada por Torres García. En la mayoría de las unidades académicas ya no existe en las aulas el púlpito desde donde el docente impartía su conocimiento. Sin embargo, aún prevalece una suerte de púlpito virtual en el que la centralidad del proceso de enseñanza-aprendizaje está puesta en el docente, en lo que dice, en lo que sabe, en los autores que cita. En muchas disciplinas las verdades siguen siendo europeas o norteamericanas. Así variedad de nociones y conceptos se des-sitúan, se desmarcan de la realidad de las y los estudiantes, pierden significado y en el mejor de los casos son ellos quienes se ven en la necesidad de ponerlos en contexto para poder apropiárselos. El conocimiento así se vuelve una abstracción.
En este contexto, aún subyacen modelos académicos hegemónicos como los que describe Maristella Svampa (2007): el intelectual experto, el intelectual-intérprete y el intelectual-ironista, a través de los cuales analiza en qué medida cada modelo conjuga su rol académico con el político en el ejercicio de la docencia a la vez que propone un nuevo modelo superador: el del intelectual-investigador anfibio. Esta segunda metáfora se aplica al asimétrico contexto social latinoamericano, más cercano a esa Escuela del Sur que había imaginado Torres García, que permite definir un tipo de docente con “la capacidad de vivir en ambientes diferentes, sin cambiar por ello su naturaleza” (p.5). En este sentido, este nuevo modelo demanda un docente comprometido con su entorno social, cultural, capaz de construir de manera plural conocimientos situados que adquieran legitimidad en el mundo académico y el mundo que está afuera de las facultades, entre la teoría de las ideas y la praxis transformadora puesta al servicio de modificar la propia realidad, la de sus estudiantes y la de la comunidad sobre la cual se ponen en acción esos conocimientos. Un ejercicio de la docencia en el que la centralidad del proceso de enseñanza-aprendizaje se encuentre en la ecología de saberes (de Sousa Santos, 2010), donde todos saben, todos enseñan y lo más importante: todos aprenden, porque cada uno de los involucrados tienen un saber sobre el objeto de conocimiento que debe ponerse en común, comunicarse, en pos de realizar una intervención crítica que transforme la realidad generando así nuevos conocimientos (Freire, 1973).
Esta metodología de trabajo propone un esquema de participación-acción-investigación (Tommasino y Cano, 2016) que hace necesaria una extensión del tipo crítica, la expansión del aula -como ámbito de enseñanza-aprendizaje- hacia los distintos territorios.
La práctica extensionista es una práctica humanista, científica, dialógica, donde la participación se logra a partir de la conformación de equipos de trabajo interdisciplinarios dispuestos a sumergirse en una realidad que, como tal, no es unidisciplinar sino multidisciplinar, en la que debe ponerse el cuerpo. De esta manera, el conocimiento que se adquiere a través de la experiencia se potencia y se vuelve memorable.
La acción se sustancia a partir de la contrastación y la síntesis de saberes académicos y populares puestos al servicio de transformar positivamente las realidades de las personas y los territorios sobre los cuales se interviene. Para ello, es esencial conocer las tensiones, alianzas y jerarquías que se dan en las dinámicas comunitarias a través de un mapeo de problemas y de actores sociales que permita tamizar saberes, necesidades, urgencias y subjetividades.
En el contexto de la Diplomatura en Extensión e integralidad en las universidades públicas, realizada entre los años 2018 y 2019, la experiencia compartida en Tandil, en Villa Laza y en Villa Cordobita, permitió poner en práctica esta metodología de trabajo donde cada uno de los integrantes del equipo se dedicó principalmente a escuchar a los entrevistados, reconstruir sus miradas y sus historias para luego de manera interdisciplinar, fuera del territorio de intervención, poner en tensión los conflictos y problemas identificados en esos encuentros, discutirlos hacia dentro del equipo docente, donde cada participante tuvo la oportunidad de poner en acción sus conocimientos disciplinares para luego debatirlos de manera intergrupal, lo cual enriqueció saberes y percepciones.
Esta experiencia favoreció el pensar prácticas socioeducativas (PSE) factibles de realizar en la Facultad de Ciencias Sociales, entre cátedras de distintas carreras y es así que docentes y estudiantes de Prehistoria -materia correspondiente al 2°año de la Licenciatura en Antropología- y del Taller de Lenguajes IV Comunicación Gráfica -2° año de la Licenciatura en Comunicación Social-, pusieron en acción un proyecto de PSE orientado a estudiantes de 1° año del Nivel Secundario del Colegio “Fray Mamerto Esquiú”, enmarcado en el diseño curricular de la provincia de Buenos Aires orientado en las Ciencias Sociales.
Los temas que se abordaron en la primera edición de 2021 fueron “Arte Rupestre” y Arte Mueble”, se recuperaron saberes previos de los adolescentes y se compartieron otros nuevos a partir de clases dictadas por las y los estudiantes de Prehistoria con presentaciones visuales creadas por sus pares del Taller de Lenguajes IV Comunicación Gráfica que se tuvieron que adecuar a las edades y conocimientos de las y los destinatarios. Durante las clases-taller, los adolescentes tuvieron la oportunidad de poner en práctica técnicas prehistóricas de producción artística con tintes fabricados con pigmentos naturales y herramientas de pintura y escritura creados bajo las mismas condiciones. Como cierre, las y los estudiantes de Taller de Lenguajes IV crearon un juego de relación conceptual que permitió a los estudiantes secundarios recuperar saberes adquiridos a lo largo de esta experiencia en la que todos los involucrados aprendieron algo nuevo de los otros.
En la segunda edición, realizada en 2022 con estudiantes de la misma escuela, ambas cátedras se propusieron trabajar sobre el tema “Cazadores-recolectores” a partir del cual surgió una serie de subtemas a desarrollar, como la caza de animales para consumo familiar y la conservación de alimentos tanto para el consumo doméstico como en la elaboración de productos destinados a la venta dentro de los esquemas de la economía social. Durante las clases-taller las y los estudiantes de Prehistoria expusieron sus conocimientos en relación a las formas de obtención de alimento y a su conservación durante ese periodo y descubrieron que algunos estudiantes secundarios aún seguían realizando estas prácticas junto a sus familias, por lo que se invitó a una profesional de Tecnología de los Alimentos de la Facultad de Ingeniería para que les brindara una charla y algunas orientaciones que luego fueron trasladadas a piezas gráficas por estudiantes del Taller de Lenguajes IV Comunicación Gráfica, destinadas a ser publicadas en redes sociales para informar a la comunidad sobre este tema.
Imágenes del encuentro de cierre de las prácticas socioeducativas realizadas entre estudiantes de la Facultad de Ciencias Sociales y de la Escuela Secundaria “Fray Mamerto Esquiú” realizado en octubre de 2021 en el SUM de aulas comunes del Campus Universitario de Olavarría.
El legado de Joaquín Torres García no solo fue la Escuela del Sur como institución destinada a construir las bases de una tradición latinoamericana en la producción de conocimiento artístico, sino que también significó la reflexión sobre una nueva forma de hacer docencia, una invitación a tomar distancia de la hegemonía de Europa y el inicio de una descolonización del saber y del hacer en Nuestra América ya esbozada por José Martí (1891), que se expandió hacia otras áreas como la formación científica. La influencia de estas ideas se puede vislumbrar aún hoy en autores que entienden que no hay forma de pensar Latinoamérica si no es desde aquí.
La Extensión Crítica permite girar el eje hacia ese Sur como habilitador de las voces de las y los invisibles acalladas e ignoradas durante tanto tiempo, permitiendo transformar desde las prácticas socioeducativas (PSE) y sociocomunitarias (PSC) la docencia universitaria en función de formar estudiantes desde una lógica integral, en diálogo permanente con el territorio, para construir conocimientos situados y por ende cargados de identidad hacia el interior de las unidades académicas. Estas transformaciones seguramente serán paulatinas y no ocurrirán con la celeridad deseada, pero reorientar una brújula atascada nunca fue tarea fácil.
de Sousa Santos, B. (2010). Descolonizar el saber, reinventar el poder. Ediciones Trilce y Extensión Universitaria. Universidad de la República, Montevideo, Uruguay.
Freire, P. (1973). ¿Extensión o comunicación? Siglo XXI Editores, DF México, México.
Martí, J. (1891). Nuestra América, La Revista Ilustrada de Nueva York, Nueva York, Estados Unidos. Recuperado el 24/02/2023 de: http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/ar/libros/osal/osal27/14Marti.pdf
Murlender, L. (2014). La escuela de Joaquín Torres García y su tesis americanista: buscar a América, Revista Diversidad N° 9, Universidad Nacional de Tres de Febrero, Buenos Aires, Argentina.
Svampa, M. (2007). ¿Hacia un nuevo modelo de intelectual? Revista Ñ. Recuperado el 25/06 2022 de: /http://www.maristellasvampa.net/archivos/period23.pdf
Tommasino, H. y Cano Menoni, A. (2016) Modelos de extensión universitaria en las universidades latinoamericanas en el siglo XXI: tendencias y controversias. R. Universidades – UDUAL 1 (67), 7- 24., México.
Torres García, J. (1944) La Escuela del Sur, recuperado de ICAA, International Center the Arts of the Americas at the Museum of Fine Arts, Houston, el 20/02/2023: https://icaa.mfah.org/s/en/item/1245960#?c=&m=&s=&cv=&xywh=-1116%2C0%2C3930%2C2199