El SaCuDe entre el sistema y la extensión. (Re)pensando la salud, el cuerpo y el tiempo libre

The “SaCuDe” between the system and extension. (Re)thinking health, body and free time.

Autores: Gastón Amorín Alsina, Lucila Guerra

Universidad de la República, Uruguay

Para citación de este artículo: Alsina, G. A., Guerra, L.; (2021). El SaCuDe entre el sistema y la extensión. (Re)pensando la salud, el cuerpo y el tiempo libre. En Revista Masquedós N° 7, Año 7. Secretaría de Extensión UNICEN. Tandil, Argentina.

Recepción: 21/10/2021 Aceptación final: 20/04/2022

Resumen

La extensión es el espacio donde los sujetos pueden sensibilizarse con el territorio y comenzar a establecer puntos de conexión entre lo que se trabaja en la academia y lo que acontece en los espacios de las prácticas extensionistas. Uno de esos enlaces es poner en juego los conceptos tratados en las aulas y cómo son llevados adelante desde su vulgaridad. En este caso, el concepto de salud ha ido cambiando con el tiempo, y en la actualidad resulta importante el discurso de las disciplinas anatomo-fisiológicas. A su vez, la salud pasa a ser un objeto de la política que incide directamente en las personas, en la sociedad y en el sistema. Por dicha preocupación es que se pone en tela de juicio qué hacer con en el tiempo libre, qué hacer con ese tiempo que queda por fuera del trabajo. ¿Hay que invertirlo en prácticas “saludables”?, ¿a qué nos referimos cuando decimos “saludables”? El complejo municipal SaCuDe pasa a ser una opción para este tiempo libre, donde en principio se constituye como un lugar donde los sujetos van a participar de diversas prácticas. De esta forma, desde la academia y desde la extensión se tiene algo para decir, en tanto hay ciertos discursos que son impuestos y normalizados, uno de ellos es el de cuerpo y salud. La extensión pretende indagar en estas cuestiones, ver qué valores juegan y qué líneas se pueden trazar entre el territorio y la universidad.

Palabras clave: salud - tiempo libre - territorio - cuerpo – barrio - extensión universitaria.

Abstract

Extension is the space where subjects can become sensitized to the territory and begin to establish points of connection between what is worked on in the academy and what happens in the spaces of extension practices. One of those links is to put into play the concepts dealt with in the classroom and how they are carried forward from common knowledge. In this case, the concept of health has been changing over time, and, nowadays, the discourse of anatomy-physiological disciplines is important. At the same time, health has become an object of politics that directly affects people, society, and the system. Due to this concern, it is questioned what to do with free time, what to do with that time that is left out of work. Should it be invested in “healthy” practices? What do we mean when we say “healthy”? The SaCuDe municipal complex becomes an option for this free time, where in principle, it is constituted as a place where the subjects can participate in various practices. In this way, from academia and extension there is something to say, as there are certain discourses that are imposed and normalized; one of them is the body and health. The extension aims to research into these issues to see what values come into play and what lines can be drawn between the territory and the university.

Key words: health, free time, territory, body, neighborhood, university extension.

Introducción

Cada barrio posee particularidades, características, vecinos/as, significantes y significados totalmente diferentes. El trabajo de extensión por parte de la academia lleva consigo elementos que pueden perturbar ciertas costumbres y normas ya instaladas en los contextos. El complejo SaCuDe , ubicado en el Barrio Municipal en la cuenca de Casavalle, en el departamento de Montevideo, Uruguay, se posiciona como un lugar clave para el encuentro entre la universidad y la gente que habita el entorno.

Por sus siglas, el complejo se refiere a “Salud, Cultura y Deporte” (de ahí el nombre SaCuDe). En este sentido, al momento de ver y discutir sobre las prácticas y/o talleres que allí se realizan, se da indicio de definiciones bastante estrictas sobre los conceptos a los cuales titula. Es decir, un único concepto de salud, un único concepto de cultura y un único concepto de deporte. El complejo se ubica como punto de referencia para la extensión universitaria, desde la misma práctica docente de varias carreras de la Universidad de la República (UdelaR), hasta ser punto de referencia para la investigación sobre qué lugar ocupa en el barrio entre sus vecinos/as.

En este sentido resulta interesante observar y analizar lo que queda por detrás de la construcción y establecimiento de este espacio, en búsqueda de limitar a los sujetos del barrio en dicho lugar, a la vez que el SaCuDe ingresa como punto de referencia para que las personas puedan utilizarlo en su “tiempo libre”, que, probablemente, de libre tenga poco en el sistema económico y social en el que se inserta.

La extensión, un proceso de encuentros y participación en Uruguay

Hablar de extensión en Uruguay lleva, en primera instancia, a cuestionarse desde dónde, para qué, hacia quiénes y cómo; por lo tanto, resulta conveniente pensar en la comunicación, en el sentido en que “[...] el mundo social y humano no existiría como tal si no fuese un mundo de comunicaciones, fuera del cual sería imposible el conocimiento humano” (Freire, 1984: 73). Es decir, situar al sujeto como ser de relaciones transforma el trabajo de pensar y pensarse en la extensión; en tanto inmersos en el mundo de la cultura y la transformación, se busca una prolongación de los saberes académicos hacia la sociedad. Aun así no se espera que la práctica extensionista tenga la mira puesta en transmitir o imponer determinado conocimiento, sino que el trabajo se encuentra en compartir, intercambiar y poner a circular determinados saberes propios de las disciplinas con los conocimientos del barrio particular en el cual se proyecta la participación.

Por lo tanto, en este contexto, la extensión no debería ser pensada desde el asistencialismo o desde el imponer el conocimiento al otro, sino que, por el contrario, se busca un trabajo y reflexión conjunta de la academia con la sociedad, a fin de generar nuevas propuestas, estrategias y enfoques teórico-metodológicos para pensar en las diversas prácticas sociales y educativas que, desde la universidad pueden realizarse juntamente con la población. Por ello, se resalta la importancia de la comunicación y la reflexión conjunta, en tanto la “[...] coparticipación de los sujetos en el acto de pensar se da en la comunicación. El objeto, por esto mismo, no es la incidencia final del pensamiento de un sujeto, sino el mediatizador de la comunicación” (Freire, 1984: 75). Siguiendo esta línea, es preciso destacar que el diálogo crítico y problematizador es considerado imprescindible para disminuir las brechas que pueden generarse al pensar un trabajo integral entre las personas provenientes de la universidad y los/as vecinos/as de los barrios. En otras palabras, la distancia puede verse aumentada si no se toman en consideración algunos factores éticos y morales; esta disminución de la brecha sólo se da si está presente la comunicación e intercambio de los sujetos a propósito de idear conjuntamente los trabajos que puedan ser sustanciales para y desde ambas partes, evitando recaer en la transmisión de un sujeto hacia el otro.

Asimismo, es preciso señalar brevemente que la extensión, de la mano de la investigación y la enseñanza, constituyen en Uruguay, los tres pilares fundamentales de la estructura académica universitaria pública, en tanto se complementan y constituyen mutuamente, considerando que aportan a una formación integral para quienes atraviesan el proceso universitario. Esto contribuye al proceso de formación profesional permitiendo sensibilizar a los actores de todas las áreas, dando cuenta que la vida universitaria trasciende al trabajo en las aulas.

Finalmente, cabe aclarar que desde la extensión se procura una participación que va más allá del estar, una participación que invita a involucrarse, pensar, intercambiar, proponer. Una participación que invita a ser y estar en el momento de encontrarse y crear.

SaCuDe: su lugar en el barrio

Resulta interesante en esta oportunidad pensar el “papel” que le es adjudicado y presenta el complejo municipal SaCuDe en el Barrio Municipal , en tanto no solamente es un punto de encuentro vecinal, sino que a su vez constituye un punto de referencia interinstitucional a nivel departamental. De esta manera, el espacio habilita la participación conjunta de vecinos/as y actores externos que allí se encuentran, con un fin que los coloca para el trabajo e intercambio constante.

Si bien durante la época de pandemia del Covid-19 resultó dificultoso el encuentro presencial, no por ello se detuvieron los procesos que se construyen en un barrio particular por varias razones. Casavalle se encuentra en la periferia urbana del departamento de Montevideo, considerado como “barrio marginal” (Cardarelli y Rosendfeld, 1998); de todas maneras, es un barrio donde los vecinos/as están dispuestos al intercambio y crecimiento constante por el territorio, en conjunto con otras instituciones tejiendo vínculos que sean beneficiosos para todas las partes. Es allí donde se destaca el papel fundamental que presenta el complejo municipal, tanto para vecinos/as como para diversos actores municipales, colectivos y estudiantes universitarios. Con respecto a estos últimos, no solamente van a realizar su práctica ya sea extensionista en Pre Profesional , sino que se involucran con el barrio (o deberían involucrarse), construyendo y creciendo conjuntamente en un constante proceso de participación.

Es así como el complejo municipal SaCuDe se presenta como centro de referencia, encuentro y desarrollo de un sinfín de actividades culturales, de, por y para el barrio, así como también para barrios aledaños, generando un vínculo entre vecinos/as, de diferentes generaciones con un fin y sentido de pertenencia compartido, comprendiendo y buscando abarcar a todas las edades con disímiles o mismos intereses. En este sentido, uno de los aspectos a resaltar es evitar que la vulgaridad cargada de la subjetividad de quienes se encuentran fuera de la realidad del barrio con la que se trata a algunos sectores (vulnerados) de la sociedad, los convierta en “residuos” de la industria, degradados, excluidos por un tipo de socialización, condenados a ser concebidos en un “hiperespacio social” con dimensiones y cultura diferentes, en tanto fue construido como “depósito espacial” (Álvarez Pedrosian, 2013).

Es a partir de los planteos de Sennett (1997) que vemos cómo antiguamente, con el comienzo de la conformación de las ciudades (pensadas en términos de urbanidad ), se presentaron transformaciones en lo que respecta a su orden y formación, en tanto hubo cambios en las formas de concebir y definir al cuerpo. Dichos cambios, considerados de acuerdo con las intensidades, se vieron permeados por aquellos aspectos sociales y, sobre todo, lo visual (en tanto estético), en términos de lo que servía para distinguir a las personas (Sennett, 1997). Tal distinción presenta relación con las diversas posibilidades del uso de la palabra, ya que tanto mujeres como esclavos no participaban en algunos ámbitos, así como también cierta relación con la idea de que el cuerpo no tenía nada para esconder, ni siquiera en el ámbito de la ciudad.

Las realidades sensibles y la actividad corporal han protagonizado un deterioro en la sociedad, lo cual conlleva un cambio histórico en el carácter de la multitud urbana. En la actualidad, dicha multitud se presenta como una sensación amenazante; sensación que genera un abismo entre el pasado y el presente, entre un sector de la sociedad y el otro. Esto lleva a reprimir la conciencia sobre todo de aquellos diferentes, en una sociedad donde prevalece un orden político sobre el cuerpo y niega las necesidades de aquellos que no se ajustan en sus planes perfectos. Hay una necesidad política de una imagen tipo del cuerpo, que se expresa en relación con un orden social, planificado en base al cuerpo perfecto (concebido en tanto organismo). De esta manera, las políticas del cuerpo ejercen cierto poder creando formas urbanas de pensar el lenguaje urbano en base a ese cuerpo, un lenguaje que excluye, reprime. Pero ¿a quiénes reprime realmente? Actualmente es posible vislumbrar que la represión y la segregación sociourbana, trascienden las concepciones del cuerpo y radican principalmente en el espacio habitado y el nivel cultural aspirado hegemónicamente aceptado.

La libertad y el movimiento pueden ser vistos como factores centrales en la constitución del espacio y de la ciudad, y en esta última es donde suceden las luchas para reivindicar aquellos aspectos que llevan a las injusticias sociales. Se pretende pues, en este sentido, acortar la brecha generada desde el adentro y el afuera delimitadas territorialmente, caracterizada por la “precariedad”, generando ciertos procesos de diferenciación y singularización de identidades, fragmentando a la sociedad.

A raíz de estos planteos es que se pretende demostrar desde el SaCuDe cómo conviven diferentes realidades sociales, con un mismo fin, olvidando la construcción social que marca la diferencia desde una zona geográfica. En el complejo municipal se homogeniza la realidad, reduciendo el fraccionamiento y estigmatización sociocultural marcado y remarcado constantemente por el proceso de mercantilización. Construyendo así identidades y barrio en conjunto, sin olvidar las memorias colectivas y sus imaginarios, que caracterizan y hacen al lugar como tal.

Por ello el SaCuDe convive con la realidad de ser el espacio articulador, donde una gran cantidad de proyectos se llevan a cabo diariamente; donde se unen realidades que la sociedad fragmenta y busca alejar; donde se generan espacios de debate y aprendizaje conjunto; donde se ponen en juego diversos saberes (desde la academia hasta el saber de la experiencia vivida) y se construye a partir del intercambio y vínculo entre estos. El SaCuDe es, pues, un espacio de encuentro pleno que habilita a la participación.

La salud del organismo

Pensar en la salud más allá de sus concepciones teóricas y las diversas posibilidades de definirla, conlleva directamente la mirada hegemónica atravesada por el discurso biomédico, desde la cual se sostiene la vida y a partir de la cual transitan los cuerpos en sociedad. Esto se debe a la gran exposición e importancia que han logrado tener las ciencias anatomo-fisiológicas por sobre las ciencias humanas. Pero aquí hay varias cuestiones a resaltar: por un lado el discurso biomédico, a través del cual se regulan la vida y los cuerpos en la sociedad contemporánea, se rige por determinados parámetros de concebirlos desde una única mirada posible, la del organismo. Es decir, se reduce el cuerpo a un mero conjunto de órganos y músculos que hay que estar constantemente mejorando y revisando para que sea más eficiente y “útil” al sistema en el que se inscribe, logrando universalizarlo. En este sentido, no solo se igualan todos los cuerpos y se habilita a pensarlos como individuos , sino que se dejan de lado otras cuestiones que atraviesan a las personas y que las componen, desde la complejidad de pensar el cuerpo si no es reducido únicamente al organismo como conjunto de órganos iguales en todos. Por ende, es posible afirmar que hay una búsqueda constante e incluso obsesiva por una “salud perfecta” (o un organismo perfecto), lo que se ha vuelto un factor predominante, y en tanto esto sucede se vuelven mayores las necesidades de quienes se conciben como “no saludables” por no adecuarse con exactitud a de los parámetros homologados.

Por otro lado, concebir al cuerpo en su totalidad implica verlo atravesado por diversas cuestiones que lo componen como tal y que permiten pensarlo en un sinfín de posibilidades que lo habilitan a transcurrir en la vida. Es posible aquí pensar en las diversas formas de vida (Agamben, 2001). En esta línea es menester decir que hay tantos cuerpos como formas de vida posible y tantas formas de vida posibles como cuerpos que las transiten.

Pensar al cuerpo aquí, desde una mirada antropológica, invita a concebirlo como construcción política, como producción discursiva, siendo primero que nada cultural (Le Bretón, 2002).

“[...] podemos pensar cómodamente en un cuerpo representable como lo hacen la biología y la medicina, o en un cuerpo ausente de entidad material, aunque lógicamente imprescindible, o en un cuerpo imaginarizado por los sujetos sociales a través de su experiencia [...]” (Behares, 2007: 6).

En este contexto puede decirse que las representaciones del cuerpo, así como los saberes en torno a este son parte de una visión del mundo, por tanto de una definición de la persona. De esta manera, puede pensarse que no es una realidad en sí misma sino una construcción simbólica (Le Bretón, 2002).

Volviendo a los planteos principales, cada vez menos se piensa en los cuerpos, en la diversidad y posibilidades de estos, en las formas de vida, en una vida que no puede separarse de su forma y por tanto de la política, de la norma. Cada vez más se piensa en una preservación del organismo a costas de un buen funcionamiento social-mercantil, sucediendo pues que se produzca una fantasía positivista configurando al cuerpo sin política escindido de su relación con el lenguaje que lo atraviesa y constituye como tal; por tanto, se lo reduce a una cosa desprovista de cultura (Rodríguez Giménez, 2014).

Ahora bien, pensar desde esta perspectiva a la salud invita a concebir un amplio abanico de posibilidades. Asimismo evitando que de alguna forma u otra determinados cuerpos queden excluidos, sin la posibilidad de acceder a determinadas actividades configuradas en la esfera pública, y quedando reprimidos únicamente en la esfera de lo privado (Arendt, 2009).

Un tiempo libre ¿para todos?

La posibilidad de participar en ciertas prácticas y sentidos que atribuyen a la ciudad y a la sociedad necesitan de sí no solo una fragmentación del tiempo que lo permita, sino también ciertos privilegios. Resulta ineludible pensar en cómo, incluso en tiempos de pandemia (o tiempos en donde las sensaciones del tiempo cambian) el tiempo libre pasa a ser un hecho que no todos, en principio, pueden atribuirse.

El acceso a la vida pública, a la esfera en donde los sujetos se encuentran, debaten, discuten, hacen uso de la palabra, conlleva un “requisito previo”, y es tener resuelta la vida privada, ya que “el rasgo distintivo de la esfera doméstica era que en dicha esfera los hombres vivían juntos llevados por sus necesidades y exigencias” (Arendt, 2009: 43). La forma por la cual los sujetos consiguen saciar esas necesidades básicas es mediante el trabajo, en tanto se consolida como la actividad “no natural” (Arendt, 2009) del hombre, pero que les proporciona un mundo artificial que permite sostener la labor , en términos de Arendt. Lo que corresponde al trabajo, en algún sentido opuesto, es el tiempo de no trabajo, que se establece como tiempo libre: “así, el tiempo libre surge como un supuesto tiempo de libertad, de liberación de las amarras, obligaciones y contradicciones presentes en el mundo del trabajo” (Gomes y Elizalde, 2009: 5).

El problema está cuando los sujetos no pueden solventar las necesidades básicas y necesitan utilizar más de ese tiempo libre para poder sobrevivir. La libertad queda condicionada, o, mejor dicho, no hay libertad, porque las personas quedan a merced del trabajo, elemento que permite mantener a flote el organismo, provocando que cada vez haya menos acción en los sujetos. Entonces, lo que queda de ese “tiempo libre” es puramente para el descanso biológico y recomposición de la fuerza de trabajo. No queda nada del sujeto para que pueda participar de la vida pública, en donde el mismo podría estar haciendo uso de la libertad (Arendt, 2009), o al menos de una aparente libertad que a su vez le permite estar en el encuentro con el otro, generar la comunicación con sus pares que no se encuentra en su vida privada:

“Toda actividad desempeñada en público puede alcanzar una excelencia nunca igualada en privado, porque ésta, por definición, requiere la presencia de otros, y dicha presencia exige la formalidad del público, constituido por los pares de uno, y nunca la casual, familiar presencia de los iguales o inferiores a uno” (Arendt, 2009: 58).

De esta manera, la vida pública permite que los sujetos hagan uso de su tiempo libre y que, en el mismo, puedan desarrollar el pensamiento crítico, la política y lo político en connotación con los demás, que hacen a la sociedad “privilegiada” de ese tiempo. Pero esa vida pública es “atacada” por el sistema neoliberal que la atraviesa, es decir, se integra en un sistema dialéctico entre la supuesta libertad que ofrece a los sujetos y los objetos y elementos que oferta para que sea necesaria esa libertad. No resulta extraño escuchar la promoción de determinados bienes de consumo que facilitan la vida de los sujetos y permite un mayor “tiempo libre” de las personas. Esto termina siendo una gran falacia de la sociedad, porque:

“[...] la realidad viene mostrando que el tiempo libre no está siendo ampliado, y más bien viene siendo reducido en gran escala debido principalmente a las condiciones sociales de existencia de la mayoría de las personas, que son marcadas por diversas formas de exclusión” (Gomes y Elizalde, 2009: 6).

También, por otro lado, se ofertan ciertas “prácticas saludables”, o ciertas prácticas que “mejoran” la “salud” de las personas para que gocen un buen tiempo libre.

Termina siendo una ecuación bastante simple. Al gozar de una mejor salud se permite acceder con mayor ímpetu a la vida pública, y, por ende, al tiempo libre. Es claro que aquel que no goza de una “buena salud” es porque no puede saciar las necesidades básicas, es decir no tiene la vida privada resuelta. Parece paradójico que el tiempo libre resulte no ser tan libre como parece, en tanto se bombardea constantemente con ofertas para disfrutar tal como el sistema lo determina y que por detrás esto determine cuánto un sujeto es más o menos saludable.

En este sentido, se abre la posibilidad de pensarse en un desarrollo saludable del cuerpo en y/o para el tiempo libre, donde confluyen los discursos de pensar a la salud y prácticas en salud en el tiempo libre. Se habilitan así diversas posibilidades de transcurrir y pensarlo en la esfera de lo público, donde todos pueden ver y oír.

La salud como oferta del SaCuDe y del sistema... ¿En qué queda la extensión?

Desde sus siglas en el SaCuDe hay una cierta linealidad y preocupación por los tres conceptos que pueden ser contempladas con los diversos talleres que se ofrecen . Además de esto, dentro del mismo complejo hay una policlínica que presenta estrechos vínculos de gobernanza en las decisiones respecto al SaCuDe y al barrio. En este sentido el complejo se posiciona como un espacio donde los jóvenes y adultos, vecinos del barrio, puedan asistir. Por lo tanto, el objetivo macro del complejo es que sea un espacio habitado por los cuerpos en tanto puedan ser controlados, pero no controlados en términos de control disciplinar (al menos en principio no es lo que se propone), sino que las personas puedan encontrar en él un lugar seguro, de reunión y para que, sobre todo los jóvenes, no anden en el afuera .

De esta forma, los padres quedan tranquilos porque sus hijos están ocupando su tiempo libre de una forma saludable, en un lugar que fue hecho para ellos, para eso, mantenerlos controlados. Esto arremete con la idea de multitud, es decir, el complejo se posiciona como espacio para que la gente se ubique ahí y que no esté en la ciudad, centralizando las actividades en un mismo espacio, evitando que los cuerpos transcurran libremente en las calles (Sennet, 1997). De esta manera es posible pensar que se establece una biopolítica, en tanto se protege o se busca proteger la salud de las personas, porque están ahí, en ese espacio y no en las calles de ese “barrio marginal”.

Por otro lado, retomando lo planteado hasta el momento, cabe cuestionarse y desarrollar ideas al respecto de ¿qué implica pensar la extensión? .¿Qué busca hacer una persona que está haciendo extensión? Se pueden establecer ciertas dinámicas sobre qué se tendría que hacer desde la extensión, aunque eso sería contradecir lo que se propone, ir contra el diálogo, el estudio y la comunicación con el territorio y la sociedad. Lo que sí se debería es cuestionar cosas que incluso ya están establecidas, cuestionar los mismos espacios en lo que se encuentra e identificar de qué manera dialogan las distintas posturas y saberes. Por ejemplo, relativizar determinados conceptos e ideas, entre ellos, la salud, el cuerpo, la cultura, la educación, el espacio, el poder, etc. Desde la extensión en el complejo se pueden cuestionar sus iniciales, su concepción de salud, cultura y deporte, quiénes pueden acceder a ese lugar, y qué les falta a los vecinos/as para que puedan participar en él. No se busca una crítica negativa hacia el complejo, sino generar un espacio de diálogo que pueda contribuir al barrio, a las instituciones y los actores que participan de la extensión. Teniendo en cuenta la masividad de público que maneja y al ser una referencia barrial e incluso departamental, el tránsito de personas puede permitir observar más detalles e ideas que pueden contribuir a un cambio social. A su vez, promover la participación de la cogestión en el complejo y que los vecinos/as puedan observar el valor de la comunicación y del entramado de perspectivas.

La extensión en el SaCuDe debe poder seguir problematizando y llevando adelante nuevos procesos para que los lazos entre la universidad y la sociedad se afiancen y las brechas sociales sean cada vez más estrechas. Comprender, además, los grandes efectos del trabajo interdisciplinar. Que en el complejo intervengan varias disciplinas, varios actores sociales, da posibilidad y exposición a la integralidad en tanto que “[...] implica trabajar en forma conectada, se trata de trabajar en territorio [...]” (Tommasino y Rodríguez, 2011: 25).

Ahora cabe preguntarse por qué todo esto de cuestionar lo ya establecido lo tiene que hacer la extensión. La respuesta es por la educación, pensada en los términos desde donde la define la universidad. Es decir, no se busca reproducir lo que dice la sociedad, sino criticarla y poner en juego determinadas cosas, en una lucha contra aquellos saberes que resultan ser impuestos de forma forzada o no. El diálogo permite compartir experiencias, sensibilizar a los sujetos y por, sobre todo, aprehender el territorio. Acercar la extensión al SaCuDe permite tejer una gran red entre todas las instituciones barriales, departamentales, sociales y educativas, al mismo tiempo que aleja las individuales y el despotismo del sistema neoliberal.

Conclusiones

En Uruguay, la extensión se configura como uno de los pilares fundamentales que estructuran la educación universitaria pública y conlleva como principio fundante la idea de comunicación. A su vez, que el trabajo en territorio sea un espacio de encuentro para las reflexiones en conjunto, manteniendo la idea de coparticipación constante entre la academia y la sociedad. La finalidad de las prácticas extensionistas no es solamente para la universidad, es decir, para generar nuevos objetos de estudios interdisciplinares o para solidarizarse con los barrios de la periferia. Tampoco el fin de los territorios está puesto en levantar muros o pintar calles. El objetivo por excelencia de la extensión es poder dar cuenta de que la academia también es parte de la sociedad y la sociedad, de la academia. Además de dar cuenta de estos hechos, es poder dialogar con los distintos actores que integran la extensión, se busca disminuir las brechas sociales que se encuentran principalmente en relación con los “barrios marginales”, donde se ejercen ciertas políticas, configuradas en base a un poder que crea formas urbanas y excluye en base a un cuerpo, un lenguaje. Es decir, reprime aquel que no se ampara en el ideal homologado.

Es así que para reducir el fraccionamiento y estigmatización social y cultural impuestos por el mundo globalizado del mercado, el complejo municipal SaCuDe busca construirse como espacio de encuentro, de identidad de barrio, donde se ponen en juego una variedad de factores y características que lo realizan como tal. También permite que se convierta en lugar de encuentros entre actores y agentes sociales con vecinos/as del barrio. En este sentido, lo podemos describir como un espacio articulador donde conviven diversas realidades.

En otra instancia es menester mencionar la salud, y con esta al tiempo libre. Desde el complejo se concibe a la salud desde el organismo, reduciendo al cuerpo y universalizándolo, produciendo cierta obsesión por una “salud perfecta”, amparando determinadas “formas de vida” (Agamben, 2001) que se rigen por los parámetros de salud homologados a nivel global. Por otro lado, desde estos parámetros es posible ver que quienes gozan de esta salud pueden acceder a la vida pública en tanto tienen resuelta la vida privada y disponen de cierto “tiempo libre” que de igual forma es consumido por el sistema para ofertar determinadas actividades “saludables”, y así mejorar su el organismo de la población para que sea útil para el sistema. El tiempo libre pasa a ser una extensión del trabajo. Los privilegiados que lo poseen lo invierten en estas prácticas, los otros lo usan para descansar.

Resulta una paradoja el pensar que uno es libre, cuando la realidad impone ciertas características y parámetros a seguir para poder lograr un organismo sano y que de esta forma pueda gozar de su tiempo libre, en base a parámetros determinados por el sistema que, lo único que logran es continuar rodando los engranajes del sistema.

En este sentido es que cuestionamos, desde la academia, las concepciones de salud y de tiempo libre que son presentados y desarrollados en el SaCuDe. Si bien hay talleres que corresponden a la cultura, hay todavía un concepto hegemónico sobre el cuerpo y la necesidad de hacerlo prosperar o entretener. Por ello resultan pertinentes las prácticas extensionistas en territorio y en el complejo, a fin de buscar y pensar cuáles son realmente prácticas saludables y para qué cuerpos y cuándo realmente puede uno tener tiempo libre. Desde la extensión se busca generar el vínculo con la sociedad, reflexionar conjuntamente sobre tales cuestiones que hacen a la realidad social. Sin más, cada sujeto sigue y persigue constantemente el progreso en busca de un vivir más libre y sano, sin darse cuenta de que, en realidad, ese vivir no es libre ni mucho menos saludable o sano como comúnmente se cree. Sino que está regulado y es ejercido desde ciertos mecanismos de control que hacen funcionar a la sociedad en búsqueda de una constante armonía cuasi perfecta.

Finalmente, en este contexto, cabe resaltar la idea de que desde la extensión universitaria en Uruguay se pretende generar en la sociedad determinadas reflexiones a través del diálogo y la participación conjunta, a fin de sensibilizar a los sujetos y aprehender el territorio, así como de conocimientos y saberes.

Bibliografía

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Notas al pié

1. Para acceder a más información del espacio se solicita ingresar al sitio web oficial de complejo: www.sacude.org.uy (Consultado el 21/03/2022).

2. Hay que aclarar que el Barrio Municipal integra la cuenca de Casavalle, pero en general, todo el territorio es conocido como Casavalle.

3. Varios son los servicios universitarios de la Universidad de la República que realizan en el Complejo Municipal SaCuDe sus prácticas preprofesionales, como el Instituto Superior de Educación Física, Escuela de Nutrición, Facultad de Medicina, entre otros.

4. Entendiendo a la urbanidad como todas aquellas normas que regulan las formas de vivir, relacionarse y estar para la convivencia en sociedad, promoviendo cierto respeto social.

5. Al hablar de “individuos” se hace referencia a unidades indivisibles de los sujetos. Es decir, la integralidad de las personas queda establecida por un todo que se puede administrar y moldear de acuerdo con lo que el sistema necesita.

6. Refiere a la estructura de biopolítica: “(…) es ‘aquello que merecería ser interrogado por encima de cualquier otra cosa, es decir, el propio concepto biológico de vida.’ (Agamben, 2001: 14) (…) El concepto que hoy se presenta como una respuesta ‘científica’ es, como dijimos con Agamben, un concepto político secularizado” (Crisorio, 2015: 30).

7. En términos de Arendt (2009), la “labor” consiste en hacer posible la vida misma, en este sentido la autora explicita que es el mismo sujeto quien debe satisfacer sus necesidades básicas y permanece atado a estas para sobrevivir.

8. Junto con “labor” y “trabajo”, “acción” es otro de los términos que Arendt (2009) desarrolla para expresar que cada sujeto tiene el compromiso de hacer vivir de acuerdo con sí mismo, pero que en algún punto está puesto al servicio de la humanidad.

9. El SaCuDe cuenta con talleres que responden al ámbito deportivo hegemónico como fútbol, básquetbol, hándbol, vóleibol; diversas gimnasias como yoga, zumba, crossfit; y actividades culturales como teatro, música, cerámicas, entre otros.

10. Policlínica Los Ángeles, dependiente del ASSE (Administración de Servicios de Salud del Estado).

11. Hay un video publicado en el Twitter oficial del SaCuDe en el cual hace una referencia implícita a la preferencia por el espacio interno del complejo antes que el afuera. En el mismo se observa cómo unas cámaras de videovigilancia muestran gente entrando y realizando los talleres, acompañado de una voz en Off que alimenta a la trama en vez de estar fuera del espacio en el resto del barrio, considerado marginal. Se puede acceder al video por el siguiente enlace: https://twitter.com/i/status/1174384811273854976 (Consultado el 21/03/2022).