The urbanization and its territorial correlate.
Autores: Gonzalo Germán Deive
Universidad Nacional de Avellaneda, Argentina
Para citación de este artículo: Deive, G.G.; (2021). La Urbanización y su correlato territorial. En Revista Masquedós N° 7, Año 7. Secretaría de Extensión UNICEN. Tandil, Argentina.
Recepción: 09/10/2021 Aceptación final: 01/04/2022
Este proyecto pretende manifestar cómo se van gestando los lazos entre la universidad y el territorio desde la experiencia de un proceso de urbanización en el conurbano bonaerense, en donde la Universidad de Avellaneda y el Centro de Salud y Cuidados Familiar de Villa Azul han constituido un proyecto de organización colectiva.
Este trabajo está enmarcado dentro de la materia Trabajo Social Comunitario de la Universidad Nacional de Avellaneda y se viene desarrollando desde hace varios años, en vínculo directo con el Centro de Salud
Tomamos como experiencia el proceso de urbanización del Barrio Villa Azul, dentro la provincia Buenos Aires, en los partidos de Quilmes y Avellaneda. Esta política pública fue delineada en el marco del Plan Federal de Viviendas.
Palabras clave: ciudadanía – diálogo– lazos – universidad - territorio
This project aims to show how the ties between the University and the territory are developing from the experience of an urbanization process in the Buenos Aires suburbs, where the University of Avellaneda and the Villa Azul Family Health and Care Center have established a project of collective organization.
This work is framed within the Community Social Work area of the National University of Avellaneda. This project has been developed for several years, in direct link with the Health Center.
We take as an experience the process of urbanization of the Villa Azul neighborhood, in the Quilmes and Avellaneda districts (in Buenos Aires Province). This public policy was outlined within the framework of the Federal Housing Plan.
Keywords: Citizenship, dialogue, Ties, University, Territory
Este proyecto de extensión, dependiente de la Universidad Nacional de Avellaneda tiene como objetivo el acercamiento de estudiantes de las diversas carreras de la como futuros profesionales, a los nuevos Centros de Atención y Cuidados Familiar y Comunitario creados por el Municipio de Avellaneda, los cuales han sido fundados desde una mirada integral, donde las cuestiones de atención primaria de la salud dialogan con los sentidos que la comunidad va construyendo como modo de habitar lo barrial, rescatando las singularidades de las personas y las familias, sus modos de organización, y la construcción de lazos sociales como portadores de identidad. El acercamiento al territorio tiene que ver con una línea de trabajo que se desarrolla en la Universidad, en que se la piensa, esto es, el vínculo directo con la identidad barrial de Avellaneda y el pensarla como una organización más dentro de la comunidad, cambiando el sentido, función y fines, a partir de una ampliación en los modos de participación en el espacio de la transmisión y producción de los saberes sociales. Estas nuevas universidades, como la UNDAV, son emergentes de los procesos políticos de transformación que atraviesan países de nuestra región, lo cual exige rediscutir el rol que deben cumplir en la presente etapa histórica. Adentrarse en las profundidades de este camino demanda emprender un proceso de descolonización pedagógica capaz de cuestionar los modelos hegemónicos de enseñanza, así como poner en el centro del debate las perspectivas epistemológicas dominantes.
Nuestra metodología de trabajo está vinculada al proceso de enseñanza aprendizaje investigación – acción participativa, desarrollado y analizado por Fals Borda en los años 60. Partiendo de esta metodología es que entendemos a la investigación como un proceso de construcción y aprendizaje para el cambio social, que se prueba en la praxis y produce saberes sentipensantes. Concebimos que el vínculo que se va gestando con la comunidad es a través del diálogo de saberes, desnaturalizando la realidad que habita en cada uno de los territorios. Estos tienen sus propias lógicas, relaciones de poder y construcciones culturales diversas.
En este sentido, tanto la labor investigativa como la labor pedagógica de construcción de conocimiento reconocen a los sujetos que hacen los procesos sociales y los reúne en la búsqueda y consolidación de propuestas transformativas de su compartida realidad, llevando adelante un proceso de intersubjetividad.
Enmarcado en este proyecto/propuesta es que tomamos la experiencia del proceso de urbanización del Barrio de Villa Azul, el cual pertenece geográficamente a dos municipios (Quilmes y Avellaneda) separados por la calle “Antonio Caviglia”. Esta división geográfica, municipal y hoy sociocultural, hace que haya un sector que está urbanizado y todo lo que eso conlleva y otro que se caracteriza por viviendas precarias, sin los servicios básicos y con demandas insatisfechas.
Del lado de Avellaneda en los últimos ocho años se realizaron más de 300 viviendas federales, lo que hizo mejorar la calidad de vida de la población y el acceso a muchos servicios básicos (agua, luz, gas, recolección de residuos). Se construyó un polideportivo donde se desarrollan diversas actividades culturales y deportivas gratuitas para la comunidad, con una infraestructura muy grande (dos pisos, pileta climatizada), en la que trabajan más de 50 personas. Además, cuenta con una Escuela Secundaria Técnica que depende de la Universidad Nacional de Avellaneda, donde se forman cientos de jóvenes del territorio de Avellaneda y Quilmes.
Más de doscientas familias que compartían la misma lucha por la urbanización y que se sitúan en el límite de la calle Caviglia, Municipio de Quilmes, no fueron favorecidas por la política de edificación, cuyo compromiso municipal se había establecido en el año 2010. Al decir de la coordinadora del centro comunitario, este municipio había empezado el trazado de las viviendas y colocó los carteles del monto de infraestructura para ese proyecto. Pero nunca se llevó a cabo hasta el día de hoy.
El barrio constituye una típica urbanización del conurbano bonaerense, que se conforma por loteos a los que la infraestructura fue llegando más tarde, por acción del Estado y el reclamo organizado de los vecinos de ambos barrios. De ahí que no se trate de un barrio con fronteras claramente definidas. Este proceso de urbanización fue delineando límites geográficos que no estaban en el imaginario de ningún vecino. Ambos barrios transitaban por el mismo espacio sin encontrar una frontera definida.
Esto produjo una sensación de lejanía en un espacio reducido de cuadras, rivalidades, disputas y conflictos entre habitantes que habían compartido la lucha colectiva por el mejoramiento de sus condiciones de vida, los que habían tenido la posibilidad de urbanizarse y los que no, los que geográficamente vivían en Avellaneda y los que habitaban en Quilmes.
La exclusión como categoría visible en la inaccesibilidad a ciertos servicios genera, al decir de un vecino, la sensación de extrañeza e incertidumbre en su propia tierra. Nos dice Omar, que compartió la lucha por la urbanización, pero vive en Quilmes, “camino y veo otro barrio enfrente, es la misma gente, pero yo no soy parte de él”.
Al analizar la exclusión social en perspectiva territorial podemos observar la inequidad en la planificación de los recursos del espacio público y urbano que pensó y diseñó cada municipio. Fue la urbanización lo que trajo disputas en el Barrio de Villa Azul, derechos para unos y falencias para otros.
Estas desigualdades son cuestiones que impactan en la vida cotidiana, donde la distribución deficitaria provoca un deterioro de los lazos de sociabilidad y solidaridad. En estos contextos nos encontramos con una caída del modelo de sociedad integrada por la acción del Estado, el individuo aparece fragilizado por falta de recursos materiales y protecciones colectivas que en ciertos sectores se transforma directamente en desafiliación o exclusión social. Están a la intemperie según Duschatzky (2007). En el caso de Villa Azul, los vecinos de Quilmes están en esta intemperie, donde ni el Gobierno anterior ni el actual se hacen cargo de la política habitacional que los interpela. De esta manera el municipio toma la cuestión, pero no es puesta en la agenda pública del Estado.
En Villa Azul la falta de coordinación política del Estado Nacional, Provincial y Municipal excluyó a los actores sociales y políticos de las reglas de juego, que les permitieran conformar la correlación necesaria para compartir un espacio que los comprometa con un proyecto colectivo. “Los problemas del barrio son, en última instancia, la expresión en el ámbito cotidiano de un sistema a ser modificado por la acción consciente y organizada” (Ampudia, 2008: 108).
La cuestión de la identidad barrial queda sometida a pujas de poder entre el municipio, los vecinos y los recursos necesarios para la implementación de un proyecto que plantee la igualdad y la pertenencia barrial.
Las instituciones transitan una transformación en sus objetivos y en sus modos de hacer y pensar. Los principios asociativos no encarnan ya la unidad de la sociedad, no son más un conjunto de umbrales entre otros y, sobre todo, ya no se asientan sobre una visión homogénea, vertical, trascendente de los valores. Esas instituciones que en las primeras siete décadas del siglo XX marcaban y orientaban en la subjetividad hoy se tornan disfuncionales, el sujeto ya no es articulado y aceptado por otra institución. El declive del programa institucional no significa la muerte de las instituciones, sino la transformación de las instituciones enfrentadas a un mundo más moderno, más desencantado, más democrático y más individualista (Dubet,2007).
En la actualidad esta relación se ha fragmentado, considerando que el sujeto que proviene de un establecimiento posiblemente sea expulsado por otro.
Si bien desde la lógica institucional (en las instituciones recientemente creadas por el Municipio de Avellaneda: escuela, centro de salud, polideportivo) no se expulsa a las familias que pertenecen a Quilmes, los vecinos que quedaron fuera del proceso de urbanización son recibidos desde la irregularidad, ya que el Centro de Salud debería atender a las familias de Avellaneda según su coordinador, pero se trabaja con la integridad del barrio, sin distinción de localidad ni partido.
Por otro lado, sí hay obstáculos a la hora de responder a necesidades que revisten una mayor complejidad. Es notable la desprotección de las familias en instancias donde se requiere la intervención policial o sanitaria en situaciones de emergencia (en estos casos excede la respuesta informal de las instituciones que trabajan al interior del barrio). La discusión de los referentes institucionales por marcar el territorio genera la expulsión de la demanda, exacerbando el conflicto entre vecinos.
Es de destacar que el proceso de urbanización, que incluye y excluye, irrumpió como un acontecimiento que penetró en los vínculos, en la apropiación desigual del espacio, en los circuitos de entrada institucional, en la accesibilidad; hechos que connotaron una transformación en los procesos socioculturales.
Desde esta perspectiva no se puede dejar de considerar que la falta de coordinación de políticas públicas llevadas a cabo por los municipios en cuestión son parte de un proceso de transformación en donde intervienen diversos factores: crisis del Estado moderno y de la relación Estado - sociedad, la creciente desarticulación del Estado de bienestar y su reemplazo por una nueva forma de Estado neoliberal, una notable descomposición de la sociedad que condiciona los diferentes modos de participación ciudadana. Esta fragmentación es atravesada, según Pablo Pineau (2008), por un proceso de individualización de los problemas sociales -el pasaje de los espacios colectivos de contención a la total des-sujeción de los individuos- que tiene su correlato en la responsabilización individual.
A esto se le debe sumar la gestión territorial de los municipios, en la que en uno primó el diseño de la política pública de viviendas y en el otro quedó vacío ese proceso.
Nos dice Ozlak (2014):
“Cualquiera sea el actor social que en cada momento asume la responsabilidad de la gestión, sea para producir bienes, fijar regulaciones o prestar servicios, la condición necesaria de un desempeño eficaz será, en todos los casos, disponer de capacidad institucional. Definido de manera simple, tener capacidad institucional significa poseer la condición potencial o demostrada de lograr un objetivo o resultado a partir de la aplicación de determinados recursos y, habitualmente, del exitoso manejo y superación de restricciones, condicionamientos o conflictos originados en el contexto operativo de una institución”. Esto operó a la inversa en el caso de Villa Azul, lado de Quilmes, donde el objetivo central del proyecto de viviendas terminó coaptado por lógicas burocráticas y de campaña electoral.
La gestión estatal puede asumir diferentes modalidades; la más habitual es la implementación de políticas públicas que tienen un carácter repetitivo y permanente, como los servicios de educación, seguridad o salud, los registros públicos o la regulación de diversos mercados. En este caso, el Municipio de Avellaneda cuenta con esa ventaja, que se profundizó y desarrolló en los últimos 10 años.
A partir de lo trabajado, siguiendo a Guillermo O’Donnell pensamos en el concepto de ciudadanías restringidas, esto es, aunque en contextos formales todos tenemos los mismos derechos y obligaciones, a muchos le son negados de hecho: en el caso de Villa Azul encontramos acceso inequitativo a las agencias del estado y a servicios básicos, cuestiones de violencia y humillación perpetradas por las fuerzas de seguridad, etc.
A partir de lo analizado podemos preguntarnos cómo construir sociabilidad en un espacio que ha sido fragmentado y donde conviven nuevos y viejos relatos; cómo intervenimos desde la universidad para mejorar estas problemáticas; qué debe profundizar el Estado para que esto no ocurra en otros territorios; qué herramientas sumamos desde la academia para que las políticas públicas impacten de manera positiva en los barrios, cómo fortalecemos desde la Universidad el diálogo de saberes; pensamos a los territorios como lugares de disputa social y política o solo son meros reproductores de políticas superestructurales.
En el caso de Villa Azul, la ubicación en el espacio de urbanización de aquellos y aquellas que fueron sujetos de la política, visibiliza la memoria de un espacio conquistado; ese proceso de lucha producida en el pasado no solo se resignifica desde las experiencia vividas y compartidas, sino como procesos portadores de sentidos en las relaciones sociales.
Consideramos importante para pensar la intervención, las siguientes acciones:
. Ordenar lo visible, considerando aspectos materiales y simbólicos, a modo de guion de las experiencias colectivas que permita focalizar las características que adquiría el barrio en el pasado, y las características que adoptó durante el proceso de urbanización. Este espacio habilita la palabra de los actores, y permite definir el espacio habitado, el “lugar” donde cuestiones de la vida cotidiana son jerarquizadas, valoradas, y posibilitadoras de lazo social. En este sentido los límites del territorio tienen un componente subjetivo, ya que, son inscripciones de la cultura, la historia y se entrelazan con la biografía de cada habitante de la ciudad. Allí, en los límites, es donde comienza a construirse la relación entre territorio e identidad.
. Desarrollar una matriz conceptual que nos permita leer la historia como construcción de presentes sucesivos, donde los sujetos sean protagonistas de las lecturas y de las prácticas. Una matriz conceptual que habilite preguntas, tales como:
¿cómo leemos, interpretamos el proceso de urbanización? ¿Cómo estos acontecimientos dialogan con el capitalismo globalizado? ¿Cómo irrumpe la política en la organización de la vida de un determinado territorio?
. Establecer una agenda de compromiso social y político: la nueva configuración barrial trae problemáticas como expresión de la nueva cuestión social que atraviesa a la población y que es reducida en su complejidad y derivada a explicaciones que son pensadas desde lo individual, generando continuos enfrentamientos entre vecinos y vecinas. Es fundamental que las instituciones, entre ellas la universidad, puedan establecer estrategias de resolución de conflictos en donde los gobiernos municipales sean parte.
Esperamos con esta propuesta contribuir y potenciar los lazos sociales y sus entramados, desde la historia, la organización, el compañerismo y la solidaridad. De esta manera, profundizar los vínculos entre el barrio y la casa de estudios, sosteniendo estos espacios de intercambio que nos habilita la Universidad Nacional de Avellaneda y la materia Trabajo Social Comunitario dejando como saberes el compartir, el escuchar, el diálogo constante. Seguir profundizando cuatrimestre a cuatrimestre las intervenciones y el vínculo constante entre ambos.
Se necesita gestar una ecología de saberes en palabras de Boaventura de Souza (2011), entender los problemas y necesidades que tiene la población, mediante la reflexión y discusión de los actores, basándose en las palabras de la misma población. La ecología de los saberes propone que no hay ignorancia ni saber en general o en abstracto. Toda ignorancia es ignorante de un cierto saber y todo saber es la superación de una ignorancia particular, en un diálogo de saberes y conocimientos, incluidos los científicos.
Entender el compromiso social como una forma de comunicación, esto es, como un diálogo y, al mismo tiempo, “...como un encuentro de saberes y prácticas que tienden a enriquecer y ampliar las lecturas y las escrituras de la vida, la experiencia y el mundo” (Huergo, 2006).
La universidad nos trae la posibilidad de la vinculación directa con el territorio, rompiendo con los cánones hegemónicos del pensar la extensión como un brazo de la casa de estudios. Acá en la UNDAV la relación es continua, acompañando y diseñando nuevas propuestas, creando y recreando espacios de participación, siempre con el objetivo del acercamiento constante con lo que sucede en nuestros territorios. El barrio y los actores sociales nos van demostrando que a través del diálogo, la participación y la intervención constante de la universidad en sus entramados es posible pensar en cambios y construcciones cotidianas.
No es suficiente abrir las puertas de la universidad pública al medio para ofrecer lo que sabemos hacer, ni con hacer lo que nos solicitan; hoy ella debe hacer lo que es necesario” (Frondizi, 2005). Es ineludible abrirse a la comunidad y formar parte de ella. El desafío es escuchar, integrar a la universidad con la sociedad e involucrarse para elaborar una respuesta útil y comprometida, no sólo con el futuro, sino con el presente (Cecchi 2009).
El barrio de Villa Azul nos ofreció la posibilidad de entender sus entramados, sus contradicciones y sus problemáticas; hoy nos queda el trabajo de intervenir fehacientemente en cada una de esas palabras, convirtiendo lo teórico en práctico, a través de la reflexión. La universidad tiene una tarea ardua, la de ser un vehículo importante entre la sociedad y el Estado.
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